RAFAEL VILLARROEL | ECONOMÍA ASCENDENTE
La idea de que el Estado estaría endeudándose por encima de niveles razonables y estaría comprometiendo el futuro de los bolivianos adquiriendo créditos sin respaldo que repercutiría negativamente en el futuro del país abre un espacio de reflexión con respecto a los elementos de razonamiento que son necesarios para analizar este tema.
De manera inicial
la noticia es alarmante, pero antes de perder la calma es necesario precisar
cuál es el parámetro para medir ese incremento histórico en la deuda pública y
este razonamiento hace un análisis comparativo para decir que, con relación a los
anteriores años, Bolivia cuantitativamente, ha adquirido más créditos por más
dinero en comparación con la deuda anterior, pero la validez de este
razonamiento entra en cuestionamiento cuando no se toman en cuenta datos tales
como el tamaño de la economía de aquel entonces o la calidad del gasto al que está
destinado el crédito.
En la década de
los 80 el PIB boliviano bordeaba los dos mil millones de dólares y el
crecimiento de éste prácticamente inexistente, algo parecido ha ocurrido en la
década de los noventa y llegó a algo más de los tres mil millones. Este es un
dato a tomar en cuenta cuando se analiza el endeudamiento puesto que desde ese
punto de vista se puede entender que la capacidad de endeudamiento del país era
muy baja porque presenta riesgos serios. En la actualidad PIB boliviano bordea
los 38 mil millones de dólares y la deuda se calcula en algo más de los 9 mil
millones de dólares.
De lo anterior
se tiene que en los periodos anteriores la deuda externa se encontraba muy
cerca del PIB lo que también justificó el difícil periodo vivido en la época de
los 80 y 90 donde la clase media lo resintió de manera especial. En la
actualidad se tiene que el país ha mejorado ostensiblemente su capacidad de
endeudamiento debido a que incrementó más de diez veces su tamaño en términos
de PIB; Pero pese a haber mejorado, esa capacidad se encuentra muy lejos de
comprometerse en los niveles que se dieron
en la décadas pasadas, lo cual importa que, como una familia que mejora
sus ingresos puede acceder a mejores créditos para mejorar su calidad de vida.
Otro punto no
menor está en la calidad del destino de los créditos que se han adquirido, aquí
tenemos que, por lo general, en las décadas anteriores el Estado se endeudaba
para pagar los gastos de su funcionamiento o pagar sueldos y aguinaldos, ósea
un gasto sin retorno. Pero en la actualidad el país ha demostrado niveles
históricos de inversión pública que también han incidido definitivamente en el
crecimiento de nuestro país. Es decir que se ha invertido con miras al futuro
lo cual nos permite ver que por primera se ha hecho un esfuerzo por mejorar la
capacidad productiva de Bolivia.
Vistos estos
puntos, tenemos elementos suficientes para pensar que una alarma de
endeudamiento no se encuentra justificada pero más importante aún, es pensar
que gran parte de esa deuda se encuentra invertida para garantizar una
estabilidad sostenible.
EA