Charls Arnold Ticona Rojas | Economía Ascendente
Una de las tareas más arduas
para un padre de familia es la administración del hogar, lo mismo que para un gobierno
es la administración de las Finanzas Públicas: hay que considerar los ingresos
que se percibe (en el caso del hogar el salario del papá y la mamá o de uno de
ellos), luego se debe distribuir los recursos de tal manera que se pueda satisfacer
las necesidades de cada integrante de la familia.
Ahora bien, si un padre
de familia recibiera un incremento significativo de sus ingresos, no solo
tendría la posibilidad de destinar recursos para atender sus gastos más
recurrentes (pago de luz, agua, telefonía, etc.) sino también tendría un
excedente para invertir en un negocio “propio” que genere mayores ingresos.
Hace más de una década,
producto de la Nacionalización, Bolivia logró aumentar sus ingresos fiscales,
permitiendo al Gobierno no solo satisfacer las necesidades de la población,
sino también generar un nivel de ahorro financiero considerable, con el
consecutivo aumento de las Reservas Internacionales, permitiendo dar un giro al
enfoque fiscal, y cambiar la orientación
del uso de los ingresos monetarios. Es así que el Gobierno tomó la decisión de
invertir los recursos en “áreas estratégicas”,
generando réditos para la economía y devolviendo la esperanza a los
bolivianos: podríamos salir de la pobreza por nuestros propios medios.
Actualmente la economía
boliviana avanza en inversiones en sectores importantes y realiza proyectos significativos
como los Centros de Medicina Nuclear, la construcción de hospitales de tercer y
cuarto nivel, la vertebración carretero del país, la construcción de teleféricos
o el tren Metropolitano, entre otros; así como la creación de empresas estratégicas
entre las que destacan Empresa Nacional de Electricidad, la Empresa de Boliviana
de Alimentos, Empresa de Cemento de Bolivia, etc.
Esto ha ocasionado
desajustes en el resultado fiscal de las finanzas públicas; pero no hay de qué
preocuparse (fueron pensadas y calibradas con anterioridad en el Plan de
Desarrollo Económico Social 2016 – 2020). Se trata de un déficit fiscal explicado
por los agresivos niveles de inversión de los últimos años, los que a su vez
generaran, a su debido tiempo, retornos para el país. Por tanto, este tipo de
déficit es totalmente diferente a los registros de la década de los 90s cuando los
recursos eran destinados para gasto corriente, gastos que no beneficiaban al
conjunto de la población, ya que no había retornos posteriores.
Esta es la decisión que,
como padre de familia, llevo al gobierno a actuar sobre los niveles de
inversión (motor del crecimiento sostenido de la economía Boliviana desde 2006)
a tono con una política fiscal contra-cíclica, contrarrestando el difícil ciclo
económico internacional, y por el cual nos diferenciamos de países como
Argentina y Brasil que siguen bajo el influjo del neoliberalismo y se ven
obligados a realizar recortes drásticos en sus gasto, buscando únicamente el equilibrio
entre sus cuentas de ingresos y gastos, donde los más perjudicados son su
población más vulnerable.
EA
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