Por: Carlos Tudela Ocampo
En días anteriores, se vertieron una serie de criterios en torno a la opinión que habría emitido el Ministro de Economía y Finanzas Públicas referente a que “Los montos que invierten en la economía los empresarios privados bolivianos son una vergüenza”.
Más allá de ingresar a discutir acerca de la efectiva participación de los empresarios en la economía nacional, llama seriamente la atención los criterios que emite un medio de prensa escrita en una de sus Editoriales en referencia al tema, señalando en tono de queja, que el actual gobierno hace que los empresarios deban solventar las cargas sociales más elevadas del continente, que se les obliga a los empresarios a pagar doble aguinaldo cuando en muchos países ni siquiera existe el pago obligatorio de uno, que se les obliga a jubilar al personal desde los 58 años, a tener al personal desde el primer día en planillas, a no poder contratar a los empleados por horas, a no realizar despidos, etc.
Lamentablemente éste tipo de opiniones que parten de la auto-victimización del empresariado boliviano, siempre han buscado realizar campañas en contra de los beneficios para los trabajadores, generando una especie de “secuestro” en el sentimiento de bienestar de los mismos.
Convenientemente el autor del Editorial parece sufrir de una especie de amnesia voluntaria, al no mencionar que muchas de las referidas empresas no cuentan con seguro laboral para sus trabajadores, que muchas veces ni siquiera tienen las condiciones mínimas de seguridad industrial o laboral para que éstos realicen su trabajo, que a muchos trabajadores se los induce a pasar por alto ciertos derechos o beneficios que les corresponden bajo la constante amenaza de que habrán futuros despidos.
No se habla tampoco de que muchos empresarios contratan los servicios de “Empresas Terciarizadoras” solo para evitar correr con los beneficios laborales que conlleva contratar directamente al personal; no se hace mención siquiera, que a muchos trabajadores, intencionalmente se les obliga a seguir largos juicios en estrados judiciales por derechos que se les ha negado, con la clara idea de que la mayoría serán abandonados, ya que éstos no tienen los medios económicos ni el tiempo para continuar con los mismos.
En este sentido, es claro que muchos no quieren ver aquel sinnúmero de irregularidades que sufren diariamente los trabajadores por parte de sus contratantes, y concentran la atención solamente en la victimización del empresariado boliviano, haciéndonos creer que los empresarios están haciendo un favor a los trabajadores al contratarlos y al otorgarles sus derechos que por ley les corresponden, pretendiendo generar en la conciencia colectiva una sola idea: “Sólo si los empresarios están bien, los demás podrán estar bien”.
En días anteriores, se vertieron una serie de criterios en torno a la opinión que habría emitido el Ministro de Economía y Finanzas Públicas referente a que “Los montos que invierten en la economía los empresarios privados bolivianos son una vergüenza”.
Más allá de ingresar a discutir acerca de la efectiva participación de los empresarios en la economía nacional, llama seriamente la atención los criterios que emite un medio de prensa escrita en una de sus Editoriales en referencia al tema, señalando en tono de queja, que el actual gobierno hace que los empresarios deban solventar las cargas sociales más elevadas del continente, que se les obliga a los empresarios a pagar doble aguinaldo cuando en muchos países ni siquiera existe el pago obligatorio de uno, que se les obliga a jubilar al personal desde los 58 años, a tener al personal desde el primer día en planillas, a no poder contratar a los empleados por horas, a no realizar despidos, etc.
Lamentablemente éste tipo de opiniones que parten de la auto-victimización del empresariado boliviano, siempre han buscado realizar campañas en contra de los beneficios para los trabajadores, generando una especie de “secuestro” en el sentimiento de bienestar de los mismos.
Convenientemente el autor del Editorial parece sufrir de una especie de amnesia voluntaria, al no mencionar que muchas de las referidas empresas no cuentan con seguro laboral para sus trabajadores, que muchas veces ni siquiera tienen las condiciones mínimas de seguridad industrial o laboral para que éstos realicen su trabajo, que a muchos trabajadores se los induce a pasar por alto ciertos derechos o beneficios que les corresponden bajo la constante amenaza de que habrán futuros despidos.
No se habla tampoco de que muchos empresarios contratan los servicios de “Empresas Terciarizadoras” solo para evitar correr con los beneficios laborales que conlleva contratar directamente al personal; no se hace mención siquiera, que a muchos trabajadores, intencionalmente se les obliga a seguir largos juicios en estrados judiciales por derechos que se les ha negado, con la clara idea de que la mayoría serán abandonados, ya que éstos no tienen los medios económicos ni el tiempo para continuar con los mismos.
En este sentido, es claro que muchos no quieren ver aquel sinnúmero de irregularidades que sufren diariamente los trabajadores por parte de sus contratantes, y concentran la atención solamente en la victimización del empresariado boliviano, haciéndonos creer que los empresarios están haciendo un favor a los trabajadores al contratarlos y al otorgarles sus derechos que por ley les corresponden, pretendiendo generar en la conciencia colectiva una sola idea: “Sólo si los empresarios están bien, los demás podrán estar bien”.
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