Por: Oswaldo Quelali
La dinámica del crecimiento económico, y en particular de la inversión pública, implica que requeriremos mayores niveles de financiamiento sostenible. Al cierre de 2014, el saldo de la deuda externa pública alcanzó a 5.736 millones de dólares, superior en 9% respecto a 2013, según el informe de deuda externa publicada por el Banco Central de Bolivia.
La dinámica del crecimiento económico, y en particular de la inversión pública, implica que requeriremos mayores niveles de financiamiento sostenible. Al cierre de 2014, el saldo de la deuda externa pública alcanzó a 5.736 millones de dólares, superior en 9% respecto a 2013, según el informe de deuda externa publicada por el Banco Central de Bolivia.
Del total de la deuda externa, el 69% se encuentra en términos no concesionales, mientras que el restante 31% fue contratado en términos concesionales. En razón de lo anterior, algunos analistas y medios de prensa resaltaron el empeoramiento de la deuda externa argumentando los menores créditos concesionales. ¿Será que empeoraron las condiciones para contratar deuda externa?
En primer lugar, se debe aclarar que los créditos concesionales, otorgados principalmente por organismos multilaterales como la CAF, BID, Banco Mundial, entre otros, son aquellos que ofrecen ciertas ventajas, como menores tasas de interés, mayores plazos, periodos de gracias, etcétera, en comparación con los préstamos otorgados en condiciones de mercado.
El mencionado informe también indica que las nuevas condiciones crediticias se deben a que Bolivia ha dejado de ser un país de ingresos bajos y pasó a la categoría de países de ingresos medios. Sin embargo, este tema tiene una connotación mucho más amplia.
Lo que sucede es que Bolivia está atravesando por una ampliación y diversificación de su estructura de financiamiento externo. Así, en 2005, los créditos multilaterales alcanzaban a 4.276 millones dólares, mientras que en 2014 llegaron a 3.901 millones dólares. La proporción respecto al total de deuda externa también disminuyó de 86% a 68% para el mismo periodo.
Este comportamiento se debe a que en años pasados, por las características que presentaba la económica nacional (baja capacidad de pago, problemas de estabilidad macroeconómica y alto nivel de pobreza extrema), el país fue ampliamente favorecido con créditos concesionales. Incluso nos perdonaron la deuda aludiendo que éramos un país incapaz de cumplir con sus obligaciones (alivio HIPC).
Sin embargo, durante los últimos nueve años, la económica boliviana cambió sustancialmente, llegando a alcanzar una situación macroeconómica estable y positivos avances en términos de pobreza, por lo que Bolivia pasó, en 2010, a ser considerado -según el Banco Mundial- como un país de ingresos medios. Lo que refleja que ahora tenemos la capacidad de cumplir con nuestras obligaciones externas. Esto equivale a decir que recibiremos menos ayuda crediticia y que acogeremos el mismo trato que el resto de los países de la región. En el fondo, de lo que se trata es de una nivelación de condiciones.
Por otra parte, la diversificación del financiamiento externo, ya sea mediante emisión de bonos soberanos, trae consigo importantes ventajas respecto al tradicional financiamiento multilateral. Mientras que estos últimos se caracterizan por ser limitados y condicionados a determinados proyectos sociales, además de no ser de inmediata disponibilidad -puesto que implica un largo proceso burocrático-, los créditos obtenidos en el mercado financiero son más flexibles y de inmediata disponibilidad, pueden ser destinados a proyectos de inversión productiva que impulsen el crecimiento económico y su contratación es muestra de la confianza del resto del mundo en la capacidad de pago del país.
La mayor dinámica del crecimiento económico, y en particular de la inversión pública de los últimos años, implica que la economía requerirá mayores niveles de financiamiento sostenible, lo que significa que se deberá optar por alternativas fuentes crediticias.
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