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martes, 9 de septiembre de 2014

Precios milagrosos


Por: Katherine Hinojosa Virreira 
Existe una tendencia en economía que intenta convencer a la población que el buen momento económico que vive Bolivia se debe, única y exclusivamente, a los precios altos de materias primas. Con tal argumentación se pretende convencer a la población que la nacionalización, y en definitiva la gestión económica, nada tuvieron que ver con el buen desempeño económico que actualmente vive Bolivia.

Un examen de las variables económicas demuestra que lo señalado no es evidente. En efecto, el año 2009 el precio del zinc descendió en 12% y el petróleo cayó en 38%. Ese año el Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe descendió en 1,3%. En cambio Bolivia obtuvo el mayor crecimiento de la región situándose en 3,4%. ¿A qué se debe el pensamiento de algunos economistas que contradicen los resultados económicos de Bolivia?

 
Para ellos nada ha cambiado en los últimos años. De hecho, piensan que aún vivimos los tiempos en los que el país dependía de los mercados externos. En 2001, por ejemplo, cuando gobernaba Jorge "Tuto" Quiroga, el crecimiento del PIB boliviano fue de 1,7%. Ello se logró porque los mercados externos se expandieron en 3,5% mientras que la demanda interna se contrajo en 1,8%. En cambio en 2013, la tasa de crecimiento del PIB fue de 6,8%, que se explica por el buen desempeño de la demanda interna que contribuyó con 8,2% mientras el aporte externo fue negativo en 1,4% (debido a la crisis económica mundial generalizada).

Estos datos muestran con absoluta claridad cómo funciona actualmente la economía boliviana. Pero ¿Por qué son sistemáticamente negados por economistas que aparentemente cuentan con sólida formación académicas?

La respuesta está en los intereses que representan. El neoliberalismo es funcional a una fracción de la burguesía identificada con el dominio de las transnacionales (lo cual implica, en contraposición, la existencia de una burguesía nacionalista). Para ello despliega un arsenal de ideas conducentes a demostrar que la única forma de desarrollo posible se encuentra más allá de nuestras fronteras, que nuestro mercado interno es pequeño y poco atractivo, el corolario de todo esto es que para crecer debemos abrir los brazos a la inversión extranjera y minimizar las cargas impositivas y los salarios.

De ahí se explica su interés en demostrar que la nacionalización de los hidrocarburos (aspecto que permitió subir la participación del Estado del 50% al 82%) no tuvo nada que ver en el crecimiento. De hecho, falta poco para que declaren que con el neoliberalismo hubiésemos estado igual. En buenas cuentas, intentan convencer a los cándidos que el verdadero camino no es otro que aceptar la concupiscencia plena de los mercados. Está visto que tan idílicas intenciones esconden el verdadero propósito: Favorecer al capital transnacional.

Afortunadamente, es difícil que tal doctrina pueda encontrar terreno fértil. Es parte ya del sentido común considerar que antes los beneficios eran para pocos y que ahora se benefician muchos más.

Sin duda los precios han ayudado, pero el punto central no está en dicha cuestión sino en el hecho de que sin la nacionalización su efecto se hubiese diluido en remesas al exterior. Los ingresos por hidrocarburos permitieron dinamizar el mercado interno, generando el impulso que permitió que despierte la industria nacional.

Aspecto que, por supuesto, no hubiese sido posible bajo la nefasta lógica neoliberal.

1 comentario:

  1. Buen artículo, seria interesante actualizarlo a la gestión actual, toda vez que las críticas se repiten y los hechos no han cambiado

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