Por: Judith Apaza
Hace algunos años, una joven estudiante fue a clases como un día cualquiera. No se imaginaba que los hechos que acontecerían esa cálida mañana cambiarían el destino de todo un país y cada uno de sus habitantes.
Al terminar su jornada estudiantil ella debía volver a casa, sin embargo, de pronto, el ambiente cercano a su colegio se convirtió en una zona de guerra: disparos, gente corriendo, gas lacrimógeno, nadie entendía lo que estaba pasando. Desesperada, ella buscó refugio en el lugar más cercano: una pizzería. La gente corrió con ella. El dueño, abrumado también, tomó la reja de metal y trancó el ingreso de más gente. Decenas de personas quedaron dentro, escuchando cómo, afuera, la gente gritaba y golpeaba la puerta para poder entrar, el dueño estaba impasible, él también tenía miedo.
Al terminar su jornada estudiantil ella debía volver a casa, sin embargo, de pronto, el ambiente cercano a su colegio se convirtió en una zona de guerra: disparos, gente corriendo, gas lacrimógeno, nadie entendía lo que estaba pasando. Desesperada, ella buscó refugio en el lugar más cercano: una pizzería. La gente corrió con ella. El dueño, abrumado también, tomó la reja de metal y trancó el ingreso de más gente. Decenas de personas quedaron dentro, escuchando cómo, afuera, la gente gritaba y golpeaba la puerta para poder entrar, el dueño estaba impasible, él también tenía miedo.
Adentro, todo era silencio. Fue una mañana de febrero de 2003.
El desenvolvimiento de los hechos posteriores nos es bien conocido. Han pasado diez años desde los fatídicos meses de febrero y octubre de 2003, donde cientos de personas fueron heridas o aún peor, murieron, causando un dolor irreparable en sus familias y amigos más cercanos. Diez años desde que el pueblo boliviano se levantó para decir basta, diez años, desde que decidimos tomar las riendas del destino de Bolivia.
Ha pasado tanto tiempo, y aún ahora, algunas personas piensan que la sangre derramada y las muertes ocurridas no tuvieron sentido...
Al respecto, quizás debamos cuestionarnos ¿Cuánto ha cambiado Bolivia? ¿Hemos aprendido del pasado? ¿Preferimos estar adentro de la pizzería haciendo oídos sordos de los que están afuera, o simplemente salir a luchar por lo que creemos?
Estas preguntas me llevan a pensar que es innegable que el 2003 significó para Bolivia un punto de quiebre, un determinante de los nuevos rumbos que tomaría el poder y la mentalidad de la estructura social existente.
Obligó al Estado a reorganizar sus prioridades y a los ciudadanos a asumir y replantear su rol político.
No obstante, no podemos olvidar que a la fecha, aún existen tareas pendientes, tareas de todos. Aún no se tienen culpables por los casos de genocidio, aún se puede vislumbrar la triste sombra de la impunidad y la desvalorización de la vida de los demás.
Hoy, los invito a recordar a los caídos, como defensores de la soberanía boliviana, del rescate de nuestros recursos naturales para el beneficio de los bolivianos.
En su momento, la guerra del gas despertó un sentimiento de unión, de convergencia hacia un punto de lucha común ¿puede esta Bolivia de 2013 resurgir, despertar y ser solidaria con las personas que están afuera de la pizzería? ¿o simplemente se quedará en silencio?
No seria perdida en el caribe
ResponderBorrarCon gastos del MEFP.
ResponderBorrarCon razón su historia entonces es una joyitas viviendo a costas del PUEBLO robando becas a los más necesitados
Borrarencerrada con joaquin ??
ResponderBorrarY al final ¿que pizza pidieron? ¿Hawaiana?, ¿Jamon y queso?, ¿Carnívora?, ¿Calzzone?. Nos dejas con la duda.
ResponderBorrarAl ver se quedó en el pasado con odio y resentimiento sin saber Y apoyando una ideología que no es verdadero, donde el mito de los recursos son falsos nacionalizaciones y así seguro debio llegar con movimientos partido político dejando su alma esclava y su razón es de venganza a su parecer, apuesto que debe estar trabajando en algún Ministerio y de ahi. Su cuento para los más tonto y no la verdadera realidad del pueblo boliviano
ResponderBorrar