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viernes, 19 de septiembre de 2014

La verdadera magia del mercado


Por: Lorena Heller Vilela 
Todos los fines de semana los bolivianos acostumbramos salir a los mercados tradicionales de nuestras ciudades para comprar alimentos como verduras frescas y frutas sabrosas, pero en general nos vamos decepcionados ya que no siempre conseguimos la cantidad ni la calidad que deseamos. Muchos teóricos amantes del mercado afirman que si dejamos funcionar libremente la oferta y la demanda se maximizará el bienestar de la sociedad. Se suele poner de ejemplo al mercado de los alimentos como uno de los casos más cercanos para reproducir este modelo. Entonces, ¿cuál es la razón por la cual los consumidores no pueden maximizar su excedente?

¿Quién no se ha sorprendido alguna vez de la viveza con la que nuestras caseritas mercadean los precios elevados de sus productos, utilizando frases como: "es que no está llegando por la helada” o "así nos están dejando”? Y, ¿cómo no dejarse atrapar por sus encantadoras explicaciones si a cambio nos pagan con una yapita? La realidad es que no tenemos alternativa, pues sólo ellas saben la verdadera razón del alza de sus productos.
Por ejemplo, a comienzos de este año algunos comercializadores incrementaron unilateralmente el precio del kilo de carne de res con el argumento de que las inundaciones ocasionaron importantes pérdidas en el ganado. Semanas después, los ganaderos del oriente garantizaron la adecuada provisión de este producto sin incrementos en el precio. Es ahí donde nos damos cuenta de que existe un problema de asimetría de información en el mercado: los vendedores están más informados que los consumidores.

Un segundo supuesto que no se cumple en la teoría de mercado es el carácter fragmentado de los competidores. En efecto, proliferan las asociaciones, sindicatos y otros gremios de productores con capacidad de imponer precios. Un hecho que ejemplifica esta situación fue lo acontecido el anterior año cuando el precio del pollo tuvo uno de los mayores incrementos de la canasta familiar. Esta vez la explicación fue mucho más asombrosa. El incremento se debió a que "los productores buscaron compensar las pérdidas que habían experimentado un año antes por una sobrepoblación avícola.

Otro problema que limita la eficiencia en los mercados es el agio y la especulación. El año 2010 se produjo un insólito desabastecimiento de azúcar en los mercados, en los que se constató que existía ocultamiento por parte de los comerciantes y que los productores privilegiaban la venta al exterior. Causa por la cual al café que tomábamos todas las mañanas le tuvimos que reducir una cucharadita del endulzante obteniendo un sabor más amargo que el acostumbrado.

Finalmente, en otros mercados los precios están determinados por la actividad de intervención en lugar que por los consumidores y productores. Por ejemplo, uno de los precios con mayores variaciones en la canasta familiar fue el tomate, explicado en su mayoría por el rol que tienen los intermediarios. En este mercado los vendedores no se encuentran con los consumidores, es así que no está claro el intercambio; y el intermediario, que tiene control de la cadena de precios termina obteniendo un margen considerable del producto en desmedro de los vendedores y consumidores.

En general, se puede concluir que las imperfecciones del mercado son las que generan mayor fluctuación en el precio de los alimentos, haciendo que la inflación sea más alta de lo previsto. Frente a este hecho, el Estado ha comenzado a intervenir en algunos precios de la economía. Si no hubiera existido esta intervención en algunos mercados el nivel de inflación sería mucho más alto. De hecho, la prueba más evidente es que gracias a las Ferias de Precio y Peso Justo en el mes de agosto, la inflación llegó a su nivel más bajo del año de 0,06%. Lo que constata que la magia del mercado sólo existe en la mente de los teóricos pro-mercado y no en el bolsillo de la población.

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