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sábado, 26 de octubre de 2013

No compro pomadas


Por: Victor Hugo Morales Martinez
A menos de tres meses para que despidamos el año, la campaña electoral 2014 ya está viento en popa. Por lo visto hasta ahora, esta cruzada prematura se caracteriza por justificar, fortalecer y enaltecer el proceso de cambio, por un lado, y desprestigiar todo lo hecho por el gobierno de turno, con el objetivo claro de restarle votos, por el otro. Nada nuevo en lides como éstas.

Pese a que era de suponerse, lo censurable del caso es que en su afán de posicionar una idea entre quienes decidiremos la contienda mediante nuestro voto, algunos políticos y analistas muestran sin el mayor empacho que son capaces de distorsionar la realidad y emitir su opinión a través de verdades a medias.

Por ejemplo, en más de un artículo escrito se pone en duda la actual gestión económica, atribuyendo los resultados macro alcanzados en los últimos años, exclusivamente a la providencia. Lo curioso del caso es que el disimulado deseo de que el entorno externo favorable desaparezca para comprobar su hipótesis también es compartido por unos cuantos analistas en países como Perú y Chile, entre otros, desde donde se evalúa continuamente la consistencia del modelo económico boliviano.

Lo cierto es que el contexto internacional ha incidido en gran medida para que los balances macroeconómicos sean positivos en los últimos años, eso es innegable. Sin embargo, la idea de que no existe ningún tipo de gestión en la política fiscal en general, y que las recaudaciones tributarias son resultado únicamente del incremento de los precios de las materias primas y del mayor dinamismo del mercado interno impulsado por el boom externo, es totalmente rebatible.

A continuación paso a detallar solo cinco medidas de política tributaria aplicada en estos últimos años, que demuestran lo errado de dicha aseveración:

Primera. En 2006 se amplió la base tributaria incluyendo al sector transporte al Régimen General de Tributación, estableciendo un mecanismo simplificado para el pago del Impuesto sobre las Utilidades de las Empresas (IUE). Como resultado, entre 2007 y 2012 se registró una recaudación de Bs. 98,3 millones, según datos del Servicio de Impuestos Nacionales.

Segunda. Con la reforma del Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), reduciendo su alícuota a 0,15% y alcanzando a operaciones en moneda extranjera superiores a los $ 2.000, se fortaleció el proceso de la bolivianización y contribuyó a la soberanía monetaria, que no es poco. Este tributo recaudó poco más de Bs. 2.447 millones desde su creación en 2006 hasta agosto del presente año.

Tercera. En esta misma línea, se creó el Impuesto a la Venta de Moneda Extranjera (IVME), gravando las operaciones de venta de divisas en el territorio nacional, el cual recaudó aproximadamente Bs. 200 millones hasta mediados de la presente gestión 2013.

Cuarta. Se capturaron excedentes económicos de sectores como el minero y el financiero. Al primero se le aplica una alícuota adicional del IUE desde 2007, solamente en caso de que los precios internacionales de los minerales sean considerablemente elevados; de esta manera, entre 2008 y 2012 se recaudó más de Bs. 1.649 millones en este caso. Similar medida es aplicada al sector financiero lo que permitió generar una recaudación de casi Bs. 186 millones durante la gestión 2013.

Quinta. A partir de 2007 se cuenta con una la política arancelaria diferenciada que incentiva la importación de bienes de capital e insumos a través de niveles nulos o reducidos del Gravamen Arancelario, al tiempo de proteger a la producción nacional a través del desincentivo a la importación de mercancías que no formen parte de la canasta familiar y no afecten al abastecimiento del mercado interno ni al aparato productivo (textiles procedentes del Asia, principalmente).

Medidas como éstas permitieron que los ingresos tributarios alcancen un 19% en relación al producto, sin considerar el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) ni el Impuesto Especial a los Hidrocarburos y sus Derivados (IEHD). Una de presiones tributarias más altas de la región.

Se entiende que en el actual modelo todo este excedente económico debe ser redistribuido entre las personas de escasos recursos, a través de transferencias condicionadas (Bono Juancito Pinto, Bono Juana Azurduy y Renta Dignidad), inversión pública, incrementos salariales inversamente proporcionales, subvención cruzada y otros.

Por supuesto que el sistema tributario tiene problemas estructurales de evasión y falta de progresividad; además que cuenta con un régimen simplificado distorsivo, y con la existencia de zonas que gozan de tratamientos especiales como Zofracobija; herencia pesada de políticas anteriores que, sin embargo, lo hacen perfectible a mediano y largo plazo.

Que todos tengamos puntos de vista diferentes se entiende y hasta se respeta, pero pretender que tengamos una perspectiva sesgada de la realidad, al afirmar que no hay gestión económica y que todo lo logrado prácticamente es obra y gracia del Espíritu Santo es una mentira parecida a la de un pajpaku que ofrece pomadas de grasa de víbora para el dolor de muela. Cae por su propio peso.
 

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