Por: Jaime Durán Chuquimia (*)
Como
es de conocimiento público, el Gobierno ha decidido usar parte de las Reservas
Internacionales Netas (RIN) del Banco Central de Bolivia (BCB) para financiar
proyectos productivos mediante el Fondo para la Revolución Industrial
Productiva (Finpro). Diversas han sido las reacciones de los economistas.
Aunque pocos han negado que se trata de una buena idea, ha existido un grupo
que ha resucitado algunos conceptos erróneos acerca del papel de las reservas.
En
concreto el problema radica en analizar el papel de las RIN en la economía.
Para la concepción “neoliberal” son el respaldo del dinero en circulación en el
país. Lo cual es evidente en una nación dolarizada. No es el caso de Bolivia,
cuya principal característica es, valga la redundancia, la bolivianización de
su moneda. A febrero de 2012, 70 por ciento de los créditos y 65 por ciento de
los depósitos del sistema financiero se encuentran en bolivianos.
Cuando
una economía está dolarizada opera un mecanismo llamado “esterilización”.
Consiste en que cuando el Banco Central emite dinero en moneda nacional dada la
preferencia del público por los dólares, inmediatamente los cambian por los
verdes billetes reduciendo las reservas internacionales. Por tanto, en una
economía así cualquier intento de expansión de la emisión monetaria es
neutralizado por el descenso de las RIN.
En
cambio, en una economía donde predomina el uso de moneda nacional el mecanismo
tiene efectos poderosos en el crecimiento de la economía, pues una política
monetaria expansiva puede (dentro de cierto margen) promover el incremento de
la demanda agregada y con ello un mayor nivel de producción. Esto es así porque
cuando una economía no está dolarizada el respaldo del dinero en circulación es
la producción.
El
Ministerio de Economía y Finanzas Públicas y el Banco Central de Bolivia han
establecido que el nivel óptimo de reservas internacionales netas es de
USD8.500MM. A febrero de 2012, las RIN existentes alcanza a USD12.708MM, por
tanto existe un margen de trabajo de más de USD4.000MM. De hecho este es un
cálculo muy conservador y extremadamente responsable, pues se asume que en caso
de ocurrir una catástrofe económica se necesitaría dicho nivel de reservas.
Esto se debe naturalmente a la preferencia de los habitantes por la moneda
nacional.
Se
ha indicado que esto puede cambiar y la dolarización volvería ni bien caigan
los precios de materias primas de exportación.
Esto
no es cierto porque la economía boliviana ha cambiado sustancialmente,
actualmente la fuente de crecimiento es la demanda interna no la externa, por
tal motivo en realidad ahora se depende más de los instrumentos relacionados a
la política monetaria y fiscal que de los vaivenes externos. Una prueba
práctica de ello ya lo vivimos en 2009 y 2011 cuando hubo fuertes coletazos de
la crisis y Bolivia fue capaz de resistirlos.
Otra
prueba: En 2011, por sexto año consecutivo, algunos analistas anunciaron el
derrumbe de la economía boliviana y por sexto año se equivocaron. Desde mi
punto de vista, tantos errores se explican fundamentalmente porque no desean
asumir que existe un nuevo modelo económico que cuenta con nuevas
características, entre ellas la bolivianización.
La
población boliviana no debe abrigar ningún temor respecto al uso de las RIN
para el fortalecimiento del Finpro. Se constituirá en un mecanismo de inversión
que tendrá la virtud de promover el crecimiento económico. Si a la par se
forman nuevas empresas estatales se debe tener la seguridad que serán
administradas adecuadamente como hasta ahora lo han demostrado las firmas
públicas en vigencia.
(*) El autor es Economista
Publicado en Los Tiempos el 07/03/2012,
Publicado en Los Tiempos el 07/03/2012,
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