Por: Marcelo Laura G. (*)
En la reciente Cumbre Social auspiciada por el actual Gobierno, se definió que uno de los criterios para el incremento salarial debe ser la productividad. La idea es muy interesante, ya que uno de los aspectos tradicionales, al menos en los últimos seis años en nuestra economía, es que se utilice al incremento anual del nivel de precios como único referente para los incrementos salariales.
Si los salarios se determinan exclusivamente respecto a la inflación, no se prospera realmente, y además los salarios se incrementan independientemente de la calidad del trabajo. En cambio, con salarios ligados a la productividad se puede presentar un estímulo para que los empleados realicen una mejor labor y que estos esfuerzos se traduzcan en mayores ingresos, además que permite evitar posibles espirales inflacionarias y fomenta la competitividad.
Si los salarios se determinan exclusivamente respecto a la inflación, no se prospera realmente, y además los salarios se incrementan independientemente de la calidad del trabajo. En cambio, con salarios ligados a la productividad se puede presentar un estímulo para que los empleados realicen una mejor labor y que estos esfuerzos se traduzcan en mayores ingresos, además que permite evitar posibles espirales inflacionarias y fomenta la competitividad.
Aparentemente este elemento –productividad– resulta ser mucho más atractivo, pero también presenta algunas deficiencias, por ejemplo, la complejidad de determinar la productividad en varios puestos de trabajo, al menos en aquellas ocupaciones que no se encuentran directamente relacionadas con los procesos de venta y producción. Un profesor no puede determinar su productividad por el número de alumnos aprobados, mucho menos si es él mismo el encargado de evaluarlos.
Por otra parte, la Central Obrera Boliviana plantea un incremento salarial del 20 por ciento con una canasta básica de Bs 8.000.- relacionando el salario con las supuestas necesidades de un trabajador y su familia, olvidándose de que un trabajador debe buscar que lo que hace vale lo que cobra y que el empresario o empleador verifique que lo que paga vale lo que cuesta; además, propiciar una canasta básica como la que plantea el principal ejecutivo de la COB, se traduciría en una expansión del consumo –mayor capacidad de compra– sin una expansión de la oferta, que es lo normal puesto que es más rígida en el corto plazo, degenerando en una subida de precios (inflación).
Definitivamente, utilizar a la productividad como referente del incremento salarial es una buena medida planteada por la Cumbre Social, que quizá sea fácil de aplicar en determinadas estructuras productivas, sin embargo, requiere un análisis y reflexión para ser aplicado en todos los estratos laborales.
Finalmente, aparte de reconocer que en el segundo quinquenio de este siglo se ajustó progresivamente el salario mínimo nacional (Bs 440 en 2005 a Bs 815,4 en 2011), a diferencia de periodos anteriores y crisis pasadas cuando el salario mínimo permanecía congelado, una política salarial no debe olvidar factores como mejorar las condiciones laborales, hacer partícipes a los trabajadores del desarrollo de las empresas o instituciones, y lo más importante, considerar a los empleados como personas y no como herramientas.
(*) Es Economista
Por otra parte, la Central Obrera Boliviana plantea un incremento salarial del 20 por ciento con una canasta básica de Bs 8.000.- relacionando el salario con las supuestas necesidades de un trabajador y su familia, olvidándose de que un trabajador debe buscar que lo que hace vale lo que cobra y que el empresario o empleador verifique que lo que paga vale lo que cuesta; además, propiciar una canasta básica como la que plantea el principal ejecutivo de la COB, se traduciría en una expansión del consumo –mayor capacidad de compra– sin una expansión de la oferta, que es lo normal puesto que es más rígida en el corto plazo, degenerando en una subida de precios (inflación).
Definitivamente, utilizar a la productividad como referente del incremento salarial es una buena medida planteada por la Cumbre Social, que quizá sea fácil de aplicar en determinadas estructuras productivas, sin embargo, requiere un análisis y reflexión para ser aplicado en todos los estratos laborales.
Finalmente, aparte de reconocer que en el segundo quinquenio de este siglo se ajustó progresivamente el salario mínimo nacional (Bs 440 en 2005 a Bs 815,4 en 2011), a diferencia de periodos anteriores y crisis pasadas cuando el salario mínimo permanecía congelado, una política salarial no debe olvidar factores como mejorar las condiciones laborales, hacer partícipes a los trabajadores del desarrollo de las empresas o instituciones, y lo más importante, considerar a los empleados como personas y no como herramientas.
(*) Es Economista
Publicado en Los Tiempos el 20/01/2012.
Las conclusiones expuestas en este artículo son correctas
ResponderBorrarEs un tema que sera debatido en los proximos dias..sin duda alguna se debe establecer un parametro para determinar incrementos salariales
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