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domingo, 24 de noviembre de 2013

La deuda de hoy no es la deuda del pasado


Por: Adriana Valle 
Con las recientes publicaciones de las cifras de deuda pública externa del Banco Central de Bolivia no se dejaron esperar las críticas de algunos analistas y ex autoridades de gobierno que, al tratar de tomar partido de la situación, emiten opiniones sesgadas que desinforman a la opinión pública. En particular, quiero referirme a un artículo que leí hace algunos días cuyo autor, un docente universitario de la principal casa de estudios superiores de la capital cruceña, pretende demostrar que los actuales niveles de endeudamiento externo son comparables con los niveles alcanzados durante el gobierno de Banzer y cuestiona por qué sube la deuda externa del país si se estaría viviendo una bonanza económica.
Resulta desconcertante leer este tipo de aseveraciones, pues, además de las diferencias evidentes entre el gobierno de Banzer (gobierno de facto) y el de Morales (gobierno democráticamente constituido), no es correcto tratar de comparar los niveles nominales de deuda externa sin tener en cuenta la capacidad de pago en cada contexto económico. Para un análisis consistente, no basta con leer los datos de deuda pública solamente en términos nominales, se deben considerar también los saldos adeudados en términos de la capacidad de pago de la economía, es decir en relación a su producto (PIB).


De acuerdo con la información disponible, en 1978 la deuda externa del país bordeaba el 94% del PIB de ese año, un nivel de endeudamiento excesivo que sin duda puso en riesgo la sostenibilidad económica de nuestro país. Actualmente, Bolivia goza de una buena capacidad de pago, con niveles de deuda externa que oscilan alrededor del 15% del PIB, porcentaje que demuestra el amplio margen con el que se cuenta para endeudarse sin enfrentar riesgos de sobreendeudamiento.

Llama la atención que algunos analistas, como el autor del artículo al que hago referencia, señalen que la deuda externa del país sube a pesar de la bonanza económica, sin tener en cuenta el verdadero destino de los recursos generados por el favorable contexto internacional en los mercados de materias primas. Es necesario aclarar a la opinión pública que los principales favorecidos de esta bonanza son las entidades subnacionales. Del total de ingresos generados en el sector de hidrocarburos, cerca del 80% son transferidos a los gobiernos subnacionales y universidades por concepto de coparticipación tributaria del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y regalías, quedando para el TGN solamente un 20%.

Bajo esta situación, el Gobierno nacional viene invirtiendo en proyectos de gran envergadura que requieren importantes montos de financiamiento. A diferencia de los gobiernos pasados, en los cuales gran parte de la deuda pública externa era destinada a financiar el gasto corriente y los significativos déficits fiscales, actualmente el nuevo endeudamiento público externo está orientado al financiamiento de proyectos de inversión pública de infraestructura y apoyo a la producción. Si revisamos la evolución de la inversión pública de los últimos años, ésta se incrementó en 188% entre 2007 y 2012, muy por encima del nivel de crecimiento nominal de la deuda externa registrada en el mismo periodo de tiempo.

Por donde lo veamos, la deuda de hoy no es la misma deuda del pasado, no olvidemos que hoy en día nuestro país goza de niveles de endeudamiento sostenibles gracias a la buena salud macroeconómica y la sólida posición externa que permiten demostrar su solvencia y capacidad de pago al momento de honrar su deuda externa.

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