Por: Miguel Marañon
El día sábado me encontraba festejando el cumpleaños de mi hermana, después de compartir el plato tradicional y de mostrar algunos pasos de baile llego el final de la fiesta, cuando los parientes se alistaban a partir mi adorada madre (80 años) no tardó en sugerirnos que debíamos rezar un rosario para que el fallo de la Haya sea favorable a nuestro país, ya que uno de sus tantos sueños podía realizarse (que nuestro país tenga acceso soberano al mar), mi hija no tardó en abrazarla y decirle que todo lo que ella pedía a Dios se cumplía.
Al escuchar el fallo negativo, sentí una profunda amargura, pues debía compartir el almuerzo con mi madre (al cual no asistí), pues no encontraba palabras para explicarle por qué los grandes magistrados internacionales encargados de “hacer justicia” en el planeta daban la espalda y otorgaban derechos al país que mediante una guerra se apropió de nuestro territorio, cómo explicar que en pleno siglo XXI la razón de las armas puede más que cualquier otra justicia.
Cómo explicar que todo los argumentos legales fueron echados por el inodoro (por parte de los jueces de la Haya), cuando hasta los juristas chilenos ya esperaban derrotados en Santiago una sentencia favorable a Bolivia, cómo explicarle que tal vez el discurso de nuestro Presidente contra el más poderoso del mundo pudo influenciar sobre estos jueces, cómo explicar que el presidente chileno se acercó a este poderoso (mostrando que su bandera y su ideología es una parte indisoluble de la de EE.UU.) y prácticamente pidiéndole que influencie sobre estos jueces.
Cómo explicarle que en los 80 años mi pobre vieja tenía la ilusión de volver a ver a su país en las costas del pacifico, pero que alguno de nuestros compatriotas se alegraron del “revés” que dio la corte a Bolivia y que al puro estilo de 1879 no les importó perder terreno ya que eso convenía a sus intereses políticos y quizás empresariales, vociferaban que la demanda marítima era un logro de “grandes personajes” como Carlos Mesa y que no debía politizarse el tema, pero no tardaron (apenas conocieron el fallo) en decir que era un fracaso del gobierno y que ellos no estaban de acuerdo con dicha demanda.
Cómo explicar que algunos estúpidos en las redes sociales indicaban que se vendían bikinis, y tablas de solfear sin usar y otros ridículos chistes, como una forma de desprecio a la acción de reivindicación marítima y quizás hasta de apoyo a Chile, su fanatismo político puede más que el patriotismo de tratar de recuperar los territorios cautivos, mediante los medios que sean necesarios.
Cómo explicar de que hubo una confianza excesiva de parte del Gobierno, pero no es menos cierto que la oposición también estaba ilusionada a tal punto que fabricó un “candidato de consenso” en base a la vocería de la demanda marítima, ojalá que esta época electoral no se empañe queriendo buscar “culpables” de este veredicto, simplemente felicitar a todos y cada uno de nuestros representantes, el impecable desempeño de Carlos Mesa que dejó “callados a los chilenos” y la valentía del Presidente en creer que podía haber una justicia imparcial sin ningún tipo de influencia.
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