Traductor

viernes, 19 de octubre de 2018

Teorías de la baja inflación

Por: Omar Velasco
A tres meses de cerrar el año, la inflación exhibe un aumento de 0,72%. La tasa acumulada, es la segunda más baja de la región. Mientras otros países se empeñan en bajarla parecería que la preocupación en Bolivia está a la inversa. ¿Es una señal de estabilidad de precios o un signo de desaceleración económica? ¿Cómo debemos tomar la noticia? y la respuesta en buen economista es “depende”. Para ello analicemos las causas de la menor dinámica alcista de los precios internos.

En principio no debemos olvidar que la inflación es un “promedio” de la variación de precios de una canasta representativa de bienes, es decir, que hay precios que suben y otros que bajan. Cuando la tasa de inflación está cerca de cero no quiere decir que exista invariabilidad, sino que en “promedio” los precios varían poco, porque existen variaciones negativas que compensan a las positivas. Durante 2018, más del 50% de los precios de los bienes se han incrementado, al menos una vez en el año, 44% han disminuido y solo un 7% permanecen constantes.

Cuando la inflación está bajando podría entenderse como signo de ralentización del consumo doméstico que dificulta las ventas, lo cual podría afectar el crecimiento económico posterior. Esta hipótesis ha sido recogida como una señal de desaceleración económica esgrimida por algunos economistas locales.

Lo cierto es que el consumo de las familias no se ha desacelerado. El gasto de los hogares se ha incrementado en 4% en el primer semestre muy cerca de su promedio histórico de 4,7% y éste siempre tiende a acelerarse hacia fin de año que es cuando más compras realizan las familias. Además, el ritmo de crecimiento económico se mantiene fuerte.

El hecho de que las empresas nacionales no puedan subir sus precios, bien podría demostrar una disminución de su poder de mercado y/o al aumento en la intensidad de competencia en los mercados locales que les impide hacerlo y no por efecto de una menor demanda, pero esto es muy complejo de demostrarlo industria por industria.

Otra explicación tiene que ver con la inflación importada. La mayoría de los países limítrofes han depreciado sus monedas abaratando sus exportaciones que ingresan a Bolivia. Si bien se registra una pequeña disminución en los precios de algunos artículos de limpieza, implementos del hogar, aparatos electrodomésticos y ropa en general que tienen origen extranjero, su incidencia es mínima (-0,13%) para atribuirle todo el efecto de la devaluación vecina a la inflación doméstica, además estos productos en su mayoría no compiten con producción nacional. Con esto no quiero decir que los precios internos no estén atados de alguna forma al dólar, sino que su incidencia es baja.

Si rezamos estrictamente esta hipótesis deberíamos augurar una colosal inundación de productos argentinos y brasileños a los mercados nacionales tras sus devaluaciones de 100% y 25% en el año, cosa que no ha ocurrido. Los países que devalúan también sufren de inflación que a la postre termina encareciendo sus propias exportaciones. En Argentina se realizaron ajustes a los costos de la energía y a los combustibles de más del doble y triple en dos años.

También queda la teoría del precio de los alimentos cuya división históricamente presentaba incidencias positivas salvo este año. Una gran parte de las verduras como la lechuga, el haba, las arvejas, el tomate, la zanahoria, tubérculos como la papa y la yuca, y frutas como la piña y la pera han mantenido o bajado su precio respecto de diciembre de 2017. Es esta la razón principal de la menor inflación y se debe a la buena campaña agrícola que incluso ha reducido las necesidades de importaciones de varios de estos alimentos. Bajo este contexto, la baja inflación es signo de estabilidad económica y crecimiento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Por favor, ingrese sus comentarios sobre el artículo aquí: