Por: Omar Velasco
Ya es un hecho, el INE publicó la cifra interanual de julio 2017 a junio 2018 del Producto Interno Bruto y la economía boliviana creció 4,61%, con lo cual se oficializó el pago del segundo aguinaldo. La polémica surgió cuando el presidente Evo anunció que se pagaría el doble aguinaldo siete meses antes del anuncio oficial, establecido en el DS 1802. La pregunta subsecuente fue saber si ¿era tan predecible ese crecimiento por arriba de 4,5% para afirmarlo con tanta anticipación? o si, como afirmaba la oposición, ¿los datos están al servicio de la política? El objetivo de este artículo es desmentir esta última suposición.
Lo primero que debemos recordar es que el doble aguinaldo es una medida de redistribución del ingreso que genera la obligatoriedad a los empleadores de pagar un segundo aguinaldo a sus trabajadores y se activa cuando el crecimiento acumulado de la economía entre julio de un año a junio del siguiente año supera la variación de 4,5% respecto a un periodo (similar) anterior.
Cuando analizamos los datos en detalle encontramos algunas explicaciones. Durante el segundo semestre de 2017, de julio a diciembre, la expansión del producto fue de 4,77%; es decir, que el crecimiento ya superaba el famoso umbral del 4,5%. Este crecimiento estaba sustentado en la recuperación del sector agropecuario (7,57%) y minería (5,31%) y el mantenimiento de la dinámica de la construcción (6,34%) principalmente por inversión pública y la expansión del sector de servicios financieros (5,23%).
Por otro lado, durante el primer semestre de 2017, la economía había acumulado un crecimiento de 3,58%, valor que llegaría a ser el registro más bajo en un semestre desde 2010. Este aspecto alimentó la teoría de una supuesta desaceleración económica a cargo de algunos economistas que ahora se dedican a predecir el pago del doble aguinaldo.
Lo que estos economistas no explicaban en ese momento es que el menor crecimiento durante la primera parte de 2017 se explicaba por los sectores de hidrocarburos (-7,12%) y minería (-2,10%), mientas que el resto de sectores continuaron creciendo en promedio en 4,45%, lo cual no puede ser entendido como desaceleración si comparamos un periodo de crecimiento promedio más largo.
Entonces cuando se comienza a observar la recuperación de las nominaciones de gas durante los primeros meses del año y los mejores precios de los minerales, era absolutamente plausible pensar que alcanzar la meta del 4,5%, manteniendo el ritmo de crecimiento del resto de sectores, no estaba lejos. Entonces no se necesitaba ser Mandrake el mago o un sesudo yatiri “lee-coca”, para prever que el crecimiento anualizado a julio-junio podría rondar el 4,5%.
Los economistas al igual que los meteorólogos utilizamos técnicas computacionales más complejas para proyectar las variables económicas y el clima respectivamente, aunque no siempre nos va bien con nuestras predicciones como usted lo habrá notado.
Para el cómputo del crecimiento económico se puede emplear métodos univariados que recogen el comportamiento histórico y la tendencia (filtros) y multivariados como la función de producción o un filtro de kalman con curva de Phillips. Cualquiera sea la estimación para Bolivia que se realice, el crecimiento potencial tomando como base los últimos 10 años se encuentra por encima de 4,5%.
El FMI y el BM coincidieron recientemente en que la economía crecerá 4,5% en 2018. Considerando que estos organismos internacionales sesgaron sutilmente su proyección en los últimos años, es de esperar que el dato final sea incluso más alto.
La falsa premisa de que la economía se encontraba en una senda de desaceleración, hizo pensar que el doble aguinaldo estaba lejos de alcanzarse creando falsas expectativas entre los empresarios y ahora se trata de rebuscar una justificación en construcción de los datos.
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