Por: Omar R. Velasco Portillo
La Cámara Nacional de Comercio anunció la realización de un "Foro Económico Internacional" para discutir el rol que juega la empresa privada en el nuevo modelo económico que regenta el actual Gobierno. En un contexto donde la inversión pública representa el 59,5% de la inversión total y donde en años recientes la Inversión Extranjera Directa (IED)ha cobrado mayor importancia respecto a la local, resulta sensato que los empresarios se pregunten ¿cuál es la participación de la empresa privada en el nuevo modelo?. En el artículo esbozo algunas inquietudes que deberían también ser abordadas.
Si bien la inversión privada se ha ido incrementando a una tasa promedio de 15,4% anual entre 2006 y 2013 llegando a representar 19% del Producto Interno Bruto (PIB), su nivel aún está por debajo del promedio de América Latina de 21%. A lo largo de estos últimos años se ha escuchado voces de empresarios exigiendo mayores ayudas estatales, exenciones tributarias y quejas sobre un supuesto clima de inseguridad jurídica, excesiva burocracia y mayores costos laborales, estos últimos factores en criterio de los empresarios generarían incertidumbre y frenarían las inversiones.
Para responder a estas inquietudes bastaría con ver algunos datos. Entre 2005 y 2013, si bien los costos laborales medidos por el promedio de salario que se paga en el sector privado que publica el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se incrementó en 2, las ganancias empresariales lo hicieron en más de 4 veces. En cuanto al número de establecimientos económicos, éstos se multiplicaron por 6 pasando de 19.774 a 122.995 según Fundempresa.
Nacionalmente, valdría la pena destacar dos noticias recientes. Por primera vez en la historia Bolivia se hizo acreedora a la calificación riesgo país BB, un escalón más abajo del nivel de un país con grado de inversión, aspecto de denota la confianza de las calificadoras de riesgo y por ende de los inversionistas internacionales en el desempeño de la economía nacional y que mejoras anteriores ya permitieron la colocación de deuda soberana en los mercados internacionales en dos ocasiones anteriores en 2012 y 2013. La calificación se dio porque el país mejoró su capacidad de resistir a los shock externos. A esta noticia se suma, el informe de la fundación Getulio Vargas que posiciona al país en el segundo lugar entre las economías con mejor ambiente para hacer negocios por encima de Chile y Perú.
Adicionalmente el Gobierno promulgó la nueva Ley de Promoción de Inversiones, en un esfuerzo de persuadir a la industria privada para que gaste más de lo que recibe. Si bien esta ley establece incentivos genéricos para la inversión, su aplicación dependerá del verdadero interés que el sector privado le dé a la norma.
En estos años la mayor parte de la rentabilidad privada estuvo soportada por el buen desempeño económico, sin embargo los empresarios aparentemente ven adverso el comportamiento de los precios internacionales para los años venideros y que éste menoscabe el crecimiento económico Sin embargo, en lugar preocuparse por cuanto margen de rentabilidad se puede obtener de una coyuntura externa, importaría mucho más que se concentren en desarrollar nuevos procesos de producción que generen mayor valor agregado, mejoras en la productividad, la masificación de la producción a gran escala. Estos aspectos revelan que hay una mala lectura de los empresarios respecto al contexto económico que debe ser reorientado.
Para cambiar el patrón primario exportador es indudable la necesidad de un sector privado competitivo, eficiente e innovador. Si bien toca aplaudir la iniciativa privada, que después de 8 años parece sentir la necesidad de definir su participación en el crecimiento económico de 5% promedio en este periodo, es momento que se supere la mentalidad de pedir ayudas al Estado.
La Cámara Nacional de Comercio anunció la realización de un "Foro Económico Internacional" para discutir el rol que juega la empresa privada en el nuevo modelo económico que regenta el actual Gobierno. En un contexto donde la inversión pública representa el 59,5% de la inversión total y donde en años recientes la Inversión Extranjera Directa (IED)ha cobrado mayor importancia respecto a la local, resulta sensato que los empresarios se pregunten ¿cuál es la participación de la empresa privada en el nuevo modelo?. En el artículo esbozo algunas inquietudes que deberían también ser abordadas.
Si bien la inversión privada se ha ido incrementando a una tasa promedio de 15,4% anual entre 2006 y 2013 llegando a representar 19% del Producto Interno Bruto (PIB), su nivel aún está por debajo del promedio de América Latina de 21%. A lo largo de estos últimos años se ha escuchado voces de empresarios exigiendo mayores ayudas estatales, exenciones tributarias y quejas sobre un supuesto clima de inseguridad jurídica, excesiva burocracia y mayores costos laborales, estos últimos factores en criterio de los empresarios generarían incertidumbre y frenarían las inversiones.
Para responder a estas inquietudes bastaría con ver algunos datos. Entre 2005 y 2013, si bien los costos laborales medidos por el promedio de salario que se paga en el sector privado que publica el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se incrementó en 2, las ganancias empresariales lo hicieron en más de 4 veces. En cuanto al número de establecimientos económicos, éstos se multiplicaron por 6 pasando de 19.774 a 122.995 según Fundempresa.
Nacionalmente, valdría la pena destacar dos noticias recientes. Por primera vez en la historia Bolivia se hizo acreedora a la calificación riesgo país BB, un escalón más abajo del nivel de un país con grado de inversión, aspecto de denota la confianza de las calificadoras de riesgo y por ende de los inversionistas internacionales en el desempeño de la economía nacional y que mejoras anteriores ya permitieron la colocación de deuda soberana en los mercados internacionales en dos ocasiones anteriores en 2012 y 2013. La calificación se dio porque el país mejoró su capacidad de resistir a los shock externos. A esta noticia se suma, el informe de la fundación Getulio Vargas que posiciona al país en el segundo lugar entre las economías con mejor ambiente para hacer negocios por encima de Chile y Perú.
Adicionalmente el Gobierno promulgó la nueva Ley de Promoción de Inversiones, en un esfuerzo de persuadir a la industria privada para que gaste más de lo que recibe. Si bien esta ley establece incentivos genéricos para la inversión, su aplicación dependerá del verdadero interés que el sector privado le dé a la norma.
En estos años la mayor parte de la rentabilidad privada estuvo soportada por el buen desempeño económico, sin embargo los empresarios aparentemente ven adverso el comportamiento de los precios internacionales para los años venideros y que éste menoscabe el crecimiento económico Sin embargo, en lugar preocuparse por cuanto margen de rentabilidad se puede obtener de una coyuntura externa, importaría mucho más que se concentren en desarrollar nuevos procesos de producción que generen mayor valor agregado, mejoras en la productividad, la masificación de la producción a gran escala. Estos aspectos revelan que hay una mala lectura de los empresarios respecto al contexto económico que debe ser reorientado.
Para cambiar el patrón primario exportador es indudable la necesidad de un sector privado competitivo, eficiente e innovador. Si bien toca aplaudir la iniciativa privada, que después de 8 años parece sentir la necesidad de definir su participación en el crecimiento económico de 5% promedio en este periodo, es momento que se supere la mentalidad de pedir ayudas al Estado.
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