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viernes, 26 de julio de 2013

La leyenda del modelo económico perdido

Por: Omar R. Velasco Portillo
El título del artículo me hace recuerdo a una película de acción norteamericana La leyenda del tesoro perdido (National Treasure en inglés), en la que Nicolas Cage personifica a Benjamin Franklin Gates, descendiente de una afamada familia buscadora de tesoros e hijo de un reconocido historiador que dedicó toda su vida a la búsqueda del legendario tesoro de los Caballeros Templarios.

Cuando Ben descubre la pista definitiva en un mapa oculto en la parte posterior de la Declaración de Independencia de los EEUU comienza un viaje de aventura hasta dar con el paradero de su objetivo.

Al mejor estilo hollywoodense, los teóricos de la derecha neoliberal boliviana han intentado seguirle el rastro al modelo de desarrollo económico boliviano, al cual desafortunadamente le han perdido las huellas hace más de dos décadas. La visión monocéntrica del crecimiento de estos actores les llevó a creer que el único mundo posible y viable era aquel de los libros de macroeconomía neoclásica que ostentaba la economía de mercado.

Algunos todavía cuestionan el grado de participación del Estado en la economía y su capacidad para generar excedentes, basados en fundamentalismos liberalistas e institucionalistas que privilegian las libertades humanas y las instituciones como portadoras de bienestar social en sí mismas, dejando de lado los problemas de desigualdad y pobreza que traen a su paso.

Esta miopía para entender que cada economía es mucho más compleja y particular de la que figura en los libros de texto les impidió ir más allá respecto del grado de importancia de la intervención Estatal en un país como Bolivia, y terminó por menoscabar todo intento por replicar modelos foráneos condenando sus ideas al fracaso.

La organización de la actividad económica en casi la totalidad de países del mundo, en nuestros días, está compuesta por una mezcla de esfuerzos públicos y privados, así como el grado de apertura económica se deriva de una combinación entre sectores más y menos abierto al comercio internacional, cuyo tejido depende de las particularidades propias de cada país, la estrategia de desarrollo que lleve adelante y sus restricciones de carácter estructural.

En Bolivia existe un modelo de desarrollo económico propio que se lo viene implementando sigilosamente desde 2006, y que los defensores de la corriente neoliberal tardaron un par de años en advertir su presencia. Sus ataques al Modelo de Economía Plural han estado obsesionados en probar que se trata de un capitalismo de Estado disfrazado, sin siquiera revisar las cifras del crecimiento del número de empresas privadas, el dinamismo de las micro y pequeñas empresas y el aumento de la inversión extranjera directa en estos últimos años, así como el buen estado de las finanzas públicas a las que siempre las han satanizado.

Por otro lado, estos detractores cuestionan el actual sistema de generación de excedentes, desconociendo que el patrón de acumulación de la riqueza en el país cambió considerablemente a partir de la recuperación del control sobre nuestros recursos naturales, y no por el contexto externo favorable, los cuales potenciaron el crecimiento de reservas internacionales, cuyas divisas dejaron de ser repatriadas fuera del país para formar parte de los ahorros con los que el país cuenta para implementar el modelo. Estos recursos ahora son destinados a la expansión de la capacidad productiva nacional con créditos tanto a la microempresas como a las empresas estratégicas, que permitirán la generación de más empleo e ingresos en un esfuerzo real por industrializar y dinamizar el país.

Los actuales ataques al modelo de economía plural sólo revelan la ineptitud, descontento y frustración de quienes no supieron dirigir la economía cuando ésta estuvo a su cargo, refugiándose en sus círculos intelectuales reducidos. Al igual que Nicolas Cage, probablemente muchos de ellos ahora estén buscando entre sus libros de texto el mapa del rastro del modelo económico que dejaron perdido.

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