El ahorro es el acto mediante el cual se renuncia a una parte del posible consumo presente con la finalidad de conseguir un aumento del consumo futuro. Este sacrificio exige una retribución, la cual viene a ser la tasa de interés pasiva, que a veces, más que un premio, parece un castigo.
En Bolivia, la tasa de interés por ahorro oscila entre el 0,94% que pagan los bancos y el 1,37% que pagan las mutuales, es decir que por cada 100 bolivianos que ahorramos, en el mejor de los casos recibimos Bs 1,37 de retribución por año. Sin embargo, la tasa de interés real es aquella que recibimos tomando en cuenta la pérdida de valor del dinero a causa de la inflación.
Su valor aproximado puede obtenerse restando al tipo de interés nominal la inflación. Haciendo el ejercicio, caemos en cuenta de que en realidad no ganamos, sino perdimos el poder adquisitivo de nuestro dinero ahorrado en un -3,71%, es decir, que por 100 bolivianos ahorrados, hoy compramos el equivalente a Bs 96,29. Está claro que los bancos no promueven el ahorro con el fin altruista de protegerlo, sino con el fin de obtener una ganancia al prestarlo. La tasa activa oscila entre el 6,34% para un préstamo hipotecario y el 18% para un crédito de consumo.
La legislación vigente indica que las tasas de interés activas y pasivas de las operaciones del sistema de intermediación financiera son libremente pactadas entre las entidades del sector y los usuarios. No sé en qué momento son pactadas, la realidad nos muestra que eso nomás pagan, así que no hay mucho que escoger.
Ante un oligopolio bancario, la teoría económica sostiene que el Estado puede actuar para mejorar los resultados del mercado, a través de una legislación antimonopolio o el establecimiento de nuevas entidades financieras. Me inclino por un nuevo régimen de intermediación financiera, que contemple la regulación de las tasas de interés, fijando estándares mínimos justos y niveles máximos razonables. De otra forma, nuestros ahorros seguirán perdiendo su valor y enriqueciendo a otros.
En Bolivia, la tasa de interés por ahorro oscila entre el 0,94% que pagan los bancos y el 1,37% que pagan las mutuales, es decir que por cada 100 bolivianos que ahorramos, en el mejor de los casos recibimos Bs 1,37 de retribución por año. Sin embargo, la tasa de interés real es aquella que recibimos tomando en cuenta la pérdida de valor del dinero a causa de la inflación.
Su valor aproximado puede obtenerse restando al tipo de interés nominal la inflación. Haciendo el ejercicio, caemos en cuenta de que en realidad no ganamos, sino perdimos el poder adquisitivo de nuestro dinero ahorrado en un -3,71%, es decir, que por 100 bolivianos ahorrados, hoy compramos el equivalente a Bs 96,29. Está claro que los bancos no promueven el ahorro con el fin altruista de protegerlo, sino con el fin de obtener una ganancia al prestarlo. La tasa activa oscila entre el 6,34% para un préstamo hipotecario y el 18% para un crédito de consumo.
La legislación vigente indica que las tasas de interés activas y pasivas de las operaciones del sistema de intermediación financiera son libremente pactadas entre las entidades del sector y los usuarios. No sé en qué momento son pactadas, la realidad nos muestra que eso nomás pagan, así que no hay mucho que escoger.
Ante un oligopolio bancario, la teoría económica sostiene que el Estado puede actuar para mejorar los resultados del mercado, a través de una legislación antimonopolio o el establecimiento de nuevas entidades financieras. Me inclino por un nuevo régimen de intermediación financiera, que contemple la regulación de las tasas de interés, fijando estándares mínimos justos y niveles máximos razonables. De otra forma, nuestros ahorros seguirán perdiendo su valor y enriqueciendo a otros.
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