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miércoles, 1 de mayo de 2013

Desnudando la tasa activa

Por: Hianny Romero Gómez
Para el sistema financiero boliviano no es ninguna novedad que le regulen las tasas de interés activas y pasivas, se lo hizo en las décadas de los 70 y 80.


El debate de la regulación de las tasas, que surge nuevamente del proyecto de Ley del Sistema Financiero, ha llevado a las entidades financieras a declarar que el fijar las tasas limita sus utilidades y podrá resultar en la insostenibilidad de la institución al no poder cubrir con sus costos.
La tasa activa y la pasiva son simplemente los términos utilizados para diferenciar la tasa de interés a la cual uno se puede prestar dinero del banco y la tasa de interés que uno recibe por depositar su dinero en el banco, respectivamente.
La estructura de la tasa activa que actualmente la entidad financiera fija de manera libre en el mercado para obtener ganancias está compuesta por cuatro componentes: 1) los costos de los recursos, 2) costo del encaje legal, 3) prima por riesgo y 4) margen de operaciones de la entidad financiera.
Los costos de los recursos de los bancos no son nada más que las tasas pasivas, es decir la tasa de interés que los bancos pagan a los usuarios que depositan su dinero en sus entidades. Para fines de 2005, los depósitos del público en el sistema financiero alcanzaban una cifra aproximada de $us 3,7 mil millones, en tanto que a fines de 2012 esta cifra ascendió a aproximadamente $us 12,7 mil millones, un aumento de más del 340%.
Viendo esos datos, uno podría ser tentado a pensar que para aumentar la cantidad de depósitos captados los bancos incrementaron sus tasas pasivas, pero un análisis mesurado de las tasas promedio de fin de año muestra lo contrario. En el año 2005, las tasas que ofrecían los bancos a sus usuarios oscilaba alrededor del 5,8% y a fines de 2012 esta tasa bajo al 0,9%. Esto significa que el costo que el banco incurre para obtener recursos es menor al 1%.
En relación con el segundo componente, el encaje legal es el porcentaje de los depósitos que las entidades financieras deben depositar en arcas del Banco Central de Bolivia (BCB), el monto restante puede ser utilizado para que las entidades financieras otorguen créditos. En la pasada gestión, el encaje legal de depósitos en moneda nacional fue del 12%, es decir de cada Bs 100 el Banco tenía que depositar Bs 12 en el BCB y Bs 82 podría prestar.
El tercer componente de la tasa activa es la prima por riesgo, que es el precio que el banco le asigna al prestamista por la posibilidad de que éste no pague el monto prestado. Revisando cifras de la evolución de la cartera en mora del sistema financiero, vemos que el riesgo que los prestamistas dejen de pagar o se retrasen en sus pagos se ha reducido de 14,3% en el año 2005 a un 2,2% a fines de 2012, lo que sugeriría pensar que esta prima de riesgo también debería disminuir en alguna medida.
El último componente que afecta los niveles de las tasas activas del sistema financiero son los márgenes de operación, que es la representación de los gastos administrativos sobre los activos rentables de la institución financiera. Los estándares comúnmente aceptados señalan que un banco es eficiente cuando se encuentra en un rango entre el 32-38 por ciento, un banco que opere muy por encima de este margen significa que incurre en costos financieros excesivamente altos que le restan competitividad y a su vez muestran que los niveles de rentabilidad son tan altos que no es necesario ser eficiente.
Si nuestro sistema financiero se ha fortalecido, modernizado y profundizado, surge la pregunta ¿Por qué las tasas de interés activas siguen tan altas? Corresponde al amable lector sacar sus propias conclusiones.

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