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lunes, 13 de mayo de 2013

Cuando llueve moja a todos


Por: Judith Apaza
Ana era una niña feliz en los cumpleaños de sus hermanos, esto se debía a una simple razón: en su hogar, cuando se le ofrecía un regalo a uno de los hijos, también se le otorgaba el mismo regalo al resto (en otros colores, tamaños, pero al fin, un regalo equivalente). ¿Qué tenía de particular su familia? sus padres obraban bajo la premisa de “Cuando llueve moja a todos”, aunque esto también se aplicaba a los castigo...

Con el pasar de los años, Ana fue tomando esta frase como sinónimo de igualdad de oportunidades que indicaba que la distribución de la riqueza debía estar basada en el bien común.

Sin embargo, en la vida real, cuando llueve no todos nos mojamos, el ser humano ha inventado ingeniosas formas de no mojarse bajo la lluvia, desde la rápida utilización de los papeles que uno tiene a mano, hasta los paraguas que se utilizan en la cabeza a manera de sombrero. Y esto no sólo se emplea con los imprevistos de la naturaleza, es que el hecho de “mojarse o no” también puede convertirse en una cuestión económica.

Veámoslo nuevamente desde un punto de vista familiar: ¿qué pasa cuando se otorgan mayores beneficios a uno de los hijos?, ¿no surge acaso un sentimiento de celos y tristeza? Ante esta situación, el hijo relegado desea “mojarse”, empaparse, bañarse si es posible, para recibir lo que recibe el otro. En estos escenarios, los padres deben tratar de hacer prevalecer la armonía, no siempre es posible otorgar lo mismo a todos, pero debe mantenerse una línea de equilibrio que beneficie a la mayoría.

En este sentido, siento que el Estado, en su rol de padre de una sociedad, se enfrenta a los mismos problemas familiares que mencionamos antes.

Es evidente, la utilización de recursos del Estado debe llegar a beneficiar a todos, ¿pero bajo los mismos criterios? Creo que los padres de Ana son un buen ejemplo de la entrega de incentivos y castigos, el regalo llegaba a todos, pero NO era el mismo, por obvias razones, cada uno tenía afinidades por ciertos colores y una edad distinta (en consecuencia distintas tallas, si se trataba de vestimenta), entonces, los padres de Ana debieron buscar regalos “equivalentes” considerando las particularidades de los hijos.

Si nos ponemos a analizar el tema de pensiones, que últimamente bombardea los medios, ¿será adecuado que los trabajadores activos (que trabajan actualmente), reciban el mismo salario que un trabajador pasivo (jubilado)? Ello, ¿no nos orientaría a intentar jubilarnos lo antes posible? ¿No disminuiría la fuerza productiva del país?

Por otro lado, ¿es adecuado que todos reciban la misma renta? ¿Todos los trabajadores desempeñan las mismas funciones, en las mismas condiciones? ¿Es correcto hacer prevalecer nuestros derechos por sobre los de los demás?

¿La lluvia debe mojar a todos? Estoy segura que Ana tiene una respuesta a todas estas preguntas, lastimosamente, ella está en el cumpleaños de su hermano.

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