Por: Marcelo Montenegro (*)
Hace
un par de semanas, el ministro de economía y finanzas Públicas, Luís
Arce Catacora ha anunciado la modificación de la actual Ley del Banco
Central de Bolivia, eliminando la figura de independencia del Banco
Central o al menos de autarquía que la actual Ley 1670 le confiere. En
torno a este anuncio se ha generado una serie de reacciones en medios de
comunicación y analistas, inclusive alguno de ellos ha señalado que de
darse en la práctica este anuncio, sería la segunda oportunidad en la
que el Banco Central de Bolivia perdería su “virginidad”.
Me
voy a permitir abordar el tema desde una perspectiva teórica como
aplicada y lo que veo a mediano y largo plazo como una solución
consistente en el tiempo.
Es
necesario señalar con precisión que se entiende por independencia de un
banco central, y me voy apoyar en la afirmación de un experto
internacional en banca central como es el profesor Alan Blinder; para
Blinder, la independencia de un banco central se resumen en dos
elementos sustanciales, el primero, gozar de una amplia libertad para
escoger los instrumentos que le permitan lograr los objetivos que la
legislación o el gobierno le hayan ordenado, y segundo, la
irrevocabilidad absoluta de sus decisiones.
La
independencia del banco central, es simplemente una figura de
discrecionalidad en el uso de los instrumentos y no así de la elección
de los objetivos, queda claro que son los legisladores o asambleístas
que en representación democrática del pueblo deben definir qué objetivos
debe alcanzar el banco central.
Por
lo que no debe ser mal entendida la independencia del banco central,
como el libre albedrío sobre los objetivos que cumplirá la autoridad
monetaria, no sería razonable que recaiga en una sola persona o un ente
específico como el directorio de un banco central, semejante
responsabilidad para decidir qué objetivos deberá cumplir el banco
central.
Sin
embargo, la actual CPE, es magnánima y considera la figura de
coordinación entre el Órgano Ejecutivo y el BCB para determinar los
objetivos de política monetaria y cambiaria; en efecto, el artículo 326
en su parágrafo I señala que “El Estado, a través del Órgano Ejecutivo,
determinará los objetivos de la política monetaria y cambiaria del país,
en coordinación del Banco Central de Bolivia”. En mi humilde opinión,
esa tarea es de los legisladores y no del Órgano Ejecutivo; sin embargo,
quien soy yo para contradecir lo que la CPE establece.
En
cuanto a la propia “autonomía de instrumentos” que maneja el banco
central, pienso que es importante que se deje hacer a los que saben, su
trabajo, es decir, que si existen profesionales especializados y
competentes en política monetaria y cambiaria en el ente emisor, se les
permita hacer su tarea “instrumental” para lograr los objetivos en el
tiempo previsto, que se haya coordinado y definido previamente entre el
Órgano Ejecutivo como el BCB.
Un
ejemplo podría ayudar a entender el tema de independencia del banco
central, imagínese que usted es el dueño en un restaurante y ordena a
sus chefs y cocineros preparen una comida especial, y en el lapso de 5
minutos usted ingresa a la cocina y sin base alguna empieza a dirigir y
cambiar la receta o en su buena voluntad quisiera ayudar y solo consiga
estorbar, es probable que los cocineros se enfaden, todo acabará en que
no se logrará el objetivo de preparar el plato especial, ya que se ha
inmiscuido en la cocina y ha perjudicado a los cocineros; ahora sí usted
no se inmiscuye y los cocineros entregan la comida desabrida o quemada,
pedirá cuentas de que pasó al cocinero principal.
En
la práctica, si no se llegasen a obtener los objetivos en el tiempo
esperado, se debe exigir al máximo representante de la autoridad
monetaria comparecer ante los legisladores o asambleístas para explicar
las razones del porqué no logró cumplir con los objetivos establecidos.
Que
yo sepa, rara vez, a la muerte de un obispo, el Poder legislativo ha
citado a un presidente del BCB para que explique por qué razones no se
ha logrado obtener un determinado objetivo de estabilidad de precios, y
él asunto siempre se ha tratado de manera más política interpelando a
los ministros de hacienda o al actual Ministro de Economía y Finanzas
Públicas.
Pero
¿por qué es importante la independencia en el uso de instrumentos de un
banco central?, por un tema de credibilidad, en el sentido de que un
banco central utilizará los instrumentos de los que dispone en una
perspectiva temporal para llegar al objetivo fijado constitucionalmente y
no para otros fines, y la población debe creer que así será y que no
cederá ante las exigencias de una agenda política o coyuntura del
momento.
Se
hace referencia a que la independencia de un banco central impide que
termine subordinado a alguna autoridad del gobierno que exija recursos
líquidos para financiar el déficit fiscal, y ello ha ocurrido en muchas
economías latinoamericanas en la década de los ochenta; sin embargo, si
queda claramente establecido los objetivos como lo señala nuestra
constitución, como ser el control de la inflación, disminución del
desempleo o algún otro, dependiendo de los instrumentos que tenga el
banco central, no vería problemas a futuro.
Es
más, pienso que para que la solución sea consistente y coherente en el
tiempo, una regla fiscal ya sea al balance fiscal o al stock de deuda en
relación al PIB, podría ser un ancla de expectativas acerca de la
conducta y disciplina fiscal a futuro independientemente de quiénes sean
los gobernantes, lo que llevaría la discusión a un segundo plano si el
banco central es independiente o no. Pienso que ese el tema central en
Bolivia, la política fiscal, pues en la medida que un Estado tenga en
orden las finanzas públicas nadie tiene porqué preocuparse sí mañana se
exigirá monetizar el déficit.
Sólidas
finanzas públicas son el mejor antídoto contra la violencia de la
estabilidad monetaria de un país y al referirme a sólidas finanzas
públicas estoy pensando en una conducta a mediano plazo coherente tanto
del gobierno central como también del nivel departamental y municipal en
términos de generar en el mediano plazo un superávit primario
sostenible y coherente con un determinado nivel de endeudamiento
público.
Ahora
bien, ¿fue alguna vez el BCB independiente? mi colega Armando Méndez lo
ha señalado con perfecta claridad, “el BCB de facto nunca fue autónomo”
y solamente cumplió un rol de autarquía administrativa, un hecho tácito
nos demuestra que nunca fue independiente, si nos remontamos a octubre
de 2002, a pedido del ex presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada, la
autoridad monetaria revocó la modificación de la política cambiaria que
se pensaba implementar, siendo este un ejemplo tácito de que una de las
características de independencia de la autoridad monetaria no se
cumplió, el de la irrevocabilidad de sus decisiones.
Así
que pensar que por segunda vez el BCB perdería su independencia o como
llama un analista su “virginidad”, probablemente no es del todo
adecuado, creo que el tema debería ser enfocado desde una perspectiva de
coherencia en el conjunto de políticas fiscales y monetarias aplicadas,
tanto para cumplir el mandato constitucional establecido en la CPE.
(*) Es Economista
Publicado en La Epoca el 11/04/2012
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