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viernes, 6 de abril de 2012

Coordinación entre la política fiscal y monetaria en Bolivia


Por: Leoncio Gonzales Selaru (*)
En los pasados días se ha leído en la prensa nacional que una nueva ley del Banco Central de Bolivia (BCB) le quitaría la “independencia” al ente emisor para permitir al Ejecutivo “manosearlo” con fines políticos.

No debe sorprender leer afirmaciones de ese tipo hoy en día por parte de algunos “analistas” que hablan simplemente de memoria y hacen especulaciones

La Ley No. 1670 de 31 de octubre de 1995 (normativa vigente del BCB), en su artículo 1 establece claramente que el BCB es una institución de carácter autárquico y no “independiente”, cuenta con un Presidente y un Directorio que dirigen al BCB.

La actual Constitución Política del Estado, en su artículo 326, menciona que el Estado, a través del Órgano Ejecutivo, será quien determine los objetivos de la política monetaria y cambiaria, en coordinación con el BCB. 

Cada año el BCB y el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas suscriben un compromiso para preservar la estabilidad macroeconómica del país llamado “Programa Fiscal – Financiero” en el que se plasman las metas de crecimiento económico, inflación, tipo de cambio y déficit fiscal, entre otros. De esta forma, la política económica en el país se coordina cada gestión entre ambas entidades. De esta manera se transmiten señales de plena certidumbre a los agentes económicos. El ascenso de la inversión en el país se explica, entre otros aspectos, porque ambas instituciones han creado un entorno favorable para el crecimiento.

Por otra parte, persisten las comparaciones con la década de los 80 rememorando un trauma colectivo que vuelve a la retina de quienes lo sufrieron en el pasado: la hiperinflación. En aquel entonces no se tenía este tipo de programas de política económica, se hacían aumentos indiscriminados del gasto corriente aumentando el déficit fiscal, congelamiento de precios por decreto, control de cambio de divisas (que generó un mercado negro del dólar), devaluación de la moneda nacional (todos querían los verdes billetes), moratoria en el pago del servicio de la deuda externa, etc

Ante la imposibilidad de financiar el déficit con fuentes internas y mucho menos con externas (nadie te presta si ya eres un deudor moroso), se acudió al BCB para que emita más dinero, echando más leña al fuego.

Posteriormente, las “soluciones” venían desde Washington, por parte de los organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional que condicionaban al país a implementar las recetas “made in USA” y dejando la política económica en piloto automático. 

Lastimosamente, para algunos economistas aun persiste la idea de que aplicando al pie de la letra las teorías de los manuales de macroeconomía anglosajones el país estaría muchísimo mejor: ¡Nuestra realidad es diferente señores! 

Hoy en día, las condiciones económicas por las que atraviesa el país son totalmente distintas, mucho más favorables y estables, verificables en los indicadores económicos con los que se cuenta.

Por estas razones, es irresponsable manifestar que la estabilidad de precios se vería amenazada en un futuro cercano y más aun que fuera el mismo Estado que atente contra esta estabilidad económica.

No es correcto cifrar la estabilidad de precios simplemente en una “independencia” que en los hechos nunca existió. La estabilidad económica se logra mediante la articulación y coordinación entre las instituciones involucradas y en última instancia depende de la ampliación de la base productiva.
(*) Es economista
Publicado en Pagina Siete el 06/04/2012

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