Por: Pablo Cachaga Herrera
Erase una vez, en un aula universitaria, uno de los profesores más antiguos de la academia daba clases magistrales sobre devaluación, deflación y crisis económica, al finalizar la clase no se dejaron esperar las interrogantes de los inquietos alumnos.
Memo Hérdez, un alumno terriblemente dedicado al estudio preguntó. “‘Profe’, la semana pasada uno de sus colegas nos dijo que los países vecinos están devaluando sus monedas y que nosotros deberíamos de hacer lo mismo”. El ‘profe’ respondió. “Por 20 años nuestra economía vino devaluando su moneda (1986-2005) de 1,90 a 8,09 (bolivianos por dólar) y en ese período no se observó indicios de una mejora en las condiciones económicas del país”.
Es cierto que nuestros principales socios comerciales Brasil y Argentina depreciaron y devaluaron su moneda entre enero de 2014 y abril de 2015 en 24,8% y 35,7% respectivamente, sin embargo este comportamiento se debe a que sus economías están debilitadas por varios factores y en el caso nuestro, mencionó con énfasis, se tiene una suerte de colchón económico para hacer frente a shocks internacionales en el corto y mediano plazo, ya que nuestro nivel de reservas internacionales alcanzan al 44% del PIB y también se consta de cuantiosos recursos en caja y bancos de los gobiernos subnacionales, entre otros.
Además, puntualizó el ‘profe’, que la devaluación de la moneda nacional incrementaría el uso de dólares en la economía. A lo que preguntó Alan Brito Delgado un alumno suspicaz. “¿Pero eso en qué nos afecta?”; el ‘profe’ manifestó. “Si la mayor parte de la economía está en nuestra moneda se brinda un margen de maniobra mucho más amplio al Banco Central para controlar la inflación e impulsar
la actividad económica; por ejemplo, si hoy se quiere estimular la actividad económica el Banco Central cuenta con un saldo de títulos en bolivianos cercanos a Bs 22.679 millones que fácilmente pueden ser inyectados a la economía de forma gradual después de descontados los vencimientos”.
Susana Horia una alumna acostumbrada a examinar revistas de organismos internacionales, le preguntó al ‘profe’. “¿Por qué dicen que tenemos el tipo de cambio superfijo?”, el ‘profe’ le dijo: “Si bien en nuestro país el tipo de cambio se mantuvo estable en los últimos años, esto no quiere decir
que sea superfijo, ya que, dentro de la banda de tipo de cambio de compra de 6,86 y de venta de 6,96, se observa una fuerte variabilidad de las transacciones realizadas en las instituciones financieras, lo que demuestra que existen movimientos en el tipo de cambio pero dentro de ese intervalo”.
Los alumnos se alistaban para salir al receso, pero se observa levantar una mano y una voz que dice. “‘Profe’ tengo una consulta”, el alumno susodicho era Pepito Armando Hoyos, quien en manos traía un periódico y preguntó. “¿Profe por ahí comentan que hay deflación por culpa de la devaluación de nuestros socios comerciales y que este sería un síntoma de la crisis económica venidera?”.
El profesor explicó que la “deflación” es la caída generalizada y sostenida de los precios, que se prolonga durante varios períodos (al menos dos trimestres según el FMI) y no cuando sólo se registra un mes de variación negativa del Índice de Precios al Consumidor (IPC) (marzo de -0,49%), además recordó que desde la gestión 2000 a la fecha en 31 ocasiones se registró tasas negativas del crecimiento del IPC mensual, sin que esto conlleve a procesos deflacionarios, asimismo mencionó; “no podemos relacionar fácilmente la variación negativa de un mes del IPC con una crisis económica, esto sería muy prematuro y existiría un problema de causalidad, además el resultado del IPC en el primer trimestre de esta gestión en parte se debe a la clara posición contractiva del Banco Central quien absorbió de la economía cerca de Bs 4.000 millones mediante diferentes instrumentos de regulación monetaria”.
El profe remarcó que, por el momento, la devaluación no es la solución, debido a que no funcionó en el pasado y hoy nuestro país cuenta con muchas más fortalezas para soportar escenarios internacionales adversos.
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