Por: Karina Morena Sainz
El ahorro es el acto mediante el cual se renuncia a una parte del posible consumo presente con la finalidad de conseguir un aumento del consumo futuro; este sacrificio exige una retribución, la cual vendría a ser la tasa de interés, que en el caso boliviano más que un premio parece un castigo.
En Bolivia, la tasa de interés por ahorro (tasa pasiva), oscila entre el 0,94 por ciento que pagan los bancos y el 1,37 por ciento que pagan las mutuales, es decir, que por cada 100 bolivianos que ahorramos, en el mejor de los casos recibimos 1,37 bolivianos de retribución por año; sin embargo, vale pena detenerse un momento y analizar la tasa de interés real que percibimos, claro que según las entidades financieras y su gran persuasión, no hacen más que proteger nuestro dinero.
La tasa de interés real, es aquella que recibimos tomando en cuenta la pérdida de valor del dinero a causa de la inflación. Su valor aproximado puede obtenerse restando al tipo de interés nominal la inflación. Haciendo el ejercicio, considerando tan sólo la gestión 2012 caemos en cuenta que en realidad no ganamos, sino perdimos el poder adquisitivo de nuestro dinero ahorrado en -3,71 por ciento, es decir, que por 100 bolivianos ahorrados, hoy compramos el equivalente a Bs 96,29.
Está claro que los bancos no promueven el ahorro con el fin altruista de protegerlo, si no más bien con el fin interesado de obtener una ganancia al prestarlo, sólo como ejemplo vemos que esta tasa (activa) oscila entre el 6,34 por ciento para un préstamo hipotecario y el 18 por ciento para un crédito consumo, en fin su análisis es otro tema, no obstante demos un vistazo a la legislación boliviana que rige el funcionamiento de las entidades financieras y las tasas de interés.
De acuerdo al Artículo 42 de la Ley Nº 1488 de 14 de abril de 1993, de Bancos y Entidades Financieras (modificado por el Artículo 7 de la Ley Nº 2297 de 20 de diciembre de 2001), las tasas de interés activas y pasivas de las operaciones del sistema de intermediación financiera, son libremente pactadas entre las entidades de intermediación financiera y los usuarios; no sé en qué momento son pactadas, la realidad muestra que eso nomas pagan, así que no es difícil escoger.
Ante un oligopolio bancario, la teoría económica sostiene que el Estado puede actuar para mejorar los resultados del mercado, a través de una legislación antimonopolio o el establecimiento de nuevas entidades financieras.
Me inclino por un nuevo régimen de intermediación financiera, que contemple la regulación de las tasas de interés, fijando estándares mínimos justos o niveles máximos razonables, de otra forma nuestros ahorros seguirán perdiendo su valor, enriqueciendo a otros.
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