En el encuentro plurinacional que se desarrolló en Cochabamba, uno de los planteamientos que se hizo fue sentar las bases para un pacto nacional para la inversión, la producción y el empleo. En economía se podría decir que estos elementos conforman una tríada fundamental para la consecución de un buen desempeño económico.
Sabido es que si un ‘policy maker’ (hacedor de política) quiere generar más empleo debería dirigir las inversiones en sectores intensivos en trabajo como la industria manufacturera o el sector agropecuario. ¿Pero cómo lo haría? Aquí aparece un factor (aunque no el único) que condiciona las inversiones y, por tanto, la producción: la tasa de interés. Esta tiene una relación inversamente proporcional con la inversión, vale decir que una disminución en la tasa de interés implicaría un incremento de la inversión.
Fijándonos en nuestra realidad, vemos que la demanda de créditos se concentra más para actividades de comercio y de servicios inmobiliarios (hasta junio del año pasado el sistema bancario había financiado créditos de poco más de Bs 11.000 millones para el comercio, unos Bs 9.650 millones para servicios inmobiliarios, Bs 7.600 millones para la industria y apenas Bs 2.200 millones para la agricultura y ganadería).
Fijándonos en nuestra realidad, vemos que la demanda de créditos se concentra más para actividades de comercio y de servicios inmobiliarios (hasta junio del año pasado el sistema bancario había financiado créditos de poco más de Bs 11.000 millones para el comercio, unos Bs 9.650 millones para servicios inmobiliarios, Bs 7.600 millones para la industria y apenas Bs 2.200 millones para la agricultura y ganadería).
El curioso lector se preguntará entonces: ¿por qué no se reducen las tasas de interés activas para actividades productivas y así generar más empleo en la economía? Pues no es tan fácil... a pesar de que el Banco Central de Bolivia cuenta con instrumentos para aplicar su política monetaria y de esta manera modificar las condiciones financieras, como por ejemplo el encaje legal (instrumento que puede influir en el ‘spread’ de tasas de interés bancarias), que funciona como un impuesto implícito a la intermediación financiera y su variación debería modificar dicho spread bancario.
No obstante, según algunos estudios en materia financiera, en Bolivia existirían otros factores de índole microeconómico que obstaculizarían la reducción de las tasas de interés activas (que el capital y cuotas de amortización que tienen que ser cancelados no sufra retrasos, de la cualidad que tengan los activos para ser convertidos en dinero efectivo de forma inmediata sin perder valor, de la capacidad de pago que tenga la entidad financiera para cumplir con sus obligaciones de corto plazo y de sus costos administrativos); además de cierto grado de concentración oligopólica por parte de las entidades financieras que dificultaría realizar disminuciones en las tasas de interés a pesar del accionar del ente emisor.
A pesar de ello, no todo son tasas de interés; la inversión pública en infraestructura juega un papel determinante para el dinamismo de la producción manufacturera y agropecuaria, pues se complementa con las inversiones privadas brindándoles los incentivos que todo inversionista desea para emprender proyectos productivos. Siguiendo con esta lógica, en el Presupuesto General del Estado se prevé invertir para esta gestión unos $us 1.216 millones en proyectos de infraestructura, es decir que del total de la inversión pública programada para este año, el 37,3% se destinará para este fin y unos $us 1.076 millones (33%) se destinarán para la inversión de proyectos productivos.
(*) Economista
Publicado en El Deber el 03/02/2012,
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