Por: Oswaldo Quelali
A la guerra política le sobrevino una guerra económica en las redes sociales. Perfiles “medio conocidos” señalan que Bolivia está en crisis y que por tal motivo el Gobierno recurre a un endeudamiento público irresponsable y hasta peligroso. Lo cierto es que el entorno internacional sí está atravesando por una crisis económica, que se inició hace tres años, y que golpeó a la región latinoamericana en forma genérica.
Muchos países están sorteando de la manera que pueden, pero para ser rigurosos con la definición de “crisis económica”, los únicos países que sí están en medio de una son Brasil y Venezuela, que en 2015 registraron contracciones en sus economías, de menos -3,8% y -7,1% (al tercer trimestre); en Argentina se ve aflorando una salida a su crisis. En cambio, la economía boliviana goza de un buen desempeño que lo ha mantenido en los primeros lugares de crecimiento en la región (4,8% en 2015), y por tal razón no se puede concluir cándidamente que estamos en crisis.
Lo que pasa en la región es que existe un contexto de fuga de capitales, disminución de la inversión extranjera directa, y repliegue de la inversión privada doméstica. Entonces me pregunto si los encargados de políticas económicas (policy makers) deben quedarse con las manos cruzadas ante la amenazante tormenta internacional o, por el contrario, utilizar de la mejor forma posible las herramientas que están a su disposición para sobrellevar la actual coyuntura. Esto último hace la diferencia con nuestros vecinos, porque hoy el país cuenta con amplios espacios de política monetaria y fiscal, cuestión que hace 11 años no existía.
Y es justamente en esta línea que la política fiscal de Bolivia ha venido fortaleciendo la inversión pública, que el año pasado llegó a cerca de $us 4.892 millones, y que para el presente año se tiene programado una cifra de $us 6.395 millones, monto que está dirigido a la construcción de carreteras y complejos productivos, principalmente. Sobre el tema, el premio nobel de economía Joseph Stiglitz sugería a los países latinoamericanos que: “cuando tienes una contracción en la inversión privada, para que la economía siga caminando necesitas inversión pública”.
Entonces, la mayor dinámica de la inversión pública por supuesto que requiere mayores niveles de financiamiento, claro que la misma debe ser en el marco de la sostenibilidad. Al cierre de 2015, el indicador de solvencia deuda externa sobre el PIB llegó a 18%, muy por debajo del límite de 50% que establece la CAN y del 40% estipulado por el FMI y Banco Mundial. Esto quiere decir que Bolivia cuenta con amplio espacio de endeudamiento.
La adquisición de deuda externa no significa que se esté poniendo en riesgo el crecimiento del país; muy al contrario, lo que se busca es continuar fortaleciendo el aparato productivo e impulsar la demanda interna.
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