Por: Jorge Lizarraga Torrico
A lo largo de la historia, se construyeron imperios y reinados, donde seres humanos, autoproclamándose con descendencia de dioses, lograron dominar y gobernar este mundo tan solo por el hecho de su linaje o descendencia monárquica o títulos comprados.
Hoy en día, la visualización e idealización de la monarquía se halla muy por debajo de la creencia inicial y peor aún, nadie puede hoy creer, menos asegurar, el origen divino del poder de los reyes, puesto que este sistema de poder ha sido eliminado con las revoluciones burguesas, dejando en algunos Estados, solamente como un símbolo a ser tomado en cuenta para consultar sobre ciertos protocolos diplomáticos, erogando gastos por su prevalencia consanguínea de realeza que jerarquiza a ciertos estados que conservan esta casta, que supo, además, establecer lazos fuertes con la iglesia, al responder en sus creencias hacia la forma de dominio fundado en la idea de que su poder respondía a los dictámenes celestiales.
El siglo XX, nos ha demostrado, con hechos, como se abolieron diferentes monarquías en el mundo, siendo así que fueron las revoluciones y las guerras las que acabaron con estas estructuras de mando, ejemplos tenemos en Corea, Portugal, China, Rusia, Alemania, Italia, y muchos otros países.
Hoy en día, en el mundo contemporáneo –Europeo-Occidental se mantienen diferentes tipos de monarquías donde sobresale, en algunos casos, el ejercicio de la Jefatura del Estado calcado al que ejercian los reyes como cabeza de la corona, sin embargo, cada vez más cercenándose en sí mismo su poder y delegando o pretendiendo delegar sus competencias a los representantes del pueblo en muchos casos sin ser al menos consultados para tomar decisiones a nombre de un pueblo o de un Estado.
Algunos Ejemplos, como los de Dinamarca, Suecia, Inglaterra, Holanda, Bélgica, España y otros casos adicionales, nos debieran permitir en re-pensar acerca del rol de las monarquías en pleno siglo XXI, sus alcances, beneficios y desafíos que se interpretan al tener dentro nuestras sociedades a este tipo de prácticas institucionales. No es la intencion malinterpretar y se piense que no son necesarios o que deban despojárseles de sus títulos, bien o mal obtenidos, pero quizá su rol en este contexto mundial debiera ser diferente, por cuanto esta forma unipersonal de tomar decisiones en la actualidad hacen gala algunos gobernantes en los estados modernos, lo que va en contra de la participación social, modo de actuar que debe cambiar, y cambiar buscando un nuevo rumbo o filosofía, más avocado en la defensa de los intereses de la humanidad en su conjunto, donde los decisores sean el pueblo organizado, cuyos portavoces sean los presidentes y no la inversa. No se puede seguir replicando experiencias del pasado, duramente cuestionados por los que sufrieron sus inclemencias, ni permitirse que ejerzan el poder a nombre del pueblo o algun sector social.
No pudiera decirse que las monarquías siempre fueron negativas o estuvieron por encima de la voluntad del pueblo, quizá habrán demostraciones históricas y fácticas que indiquen que más bien su rol fue decisivo para encaminar un rumbo diferente, en lo que a las sociedades-Estado se refieren, en sus relaciones entre si y para con su pueblo, puesto que las decisiones para con el mundo no estuvieron alejados de un beneficio a sus intereses más que un perjuicio. Sin embargo, hoy cuando el interés de la humanidad pasa por otros valores y principios y lo que menos interesa es saber qué opina un linaje determinado sobre un asunto específico, nos permite autocriticar nuestro propio pensamiento y re-direccionar de mejor forma nuestra respuesta, sobre si es necesario o no tener este tipo de representatividad bajo su lógica.
Por supuesto, las opiniones serán diversas sobre este asunto, muchos defenderán estas instituciones por las nobles acciones que ejercen o ejercieron para con su pueblo y otros serán contrarios a ello, lo importante será construir alternativas que permitan mantener estas instituciones, pero alejarlas de forma definitiva como símbolos de la humanidad, siendo que es la forma de gobierno que demuestra al mundo así como así también lo es el sistema de gobierno autoritario en plena democracia. En tanto, existen diferencias entre los hombres, existe discriminación, injusticia, unos comen pan otros migas, por lo que este rol ejercido por los reyes o reinas deja mucho que pensar y hacer al respecto.
Finalmente, y sin la intención de desacreditar a la monarquía, es importante fijar la idea de que en países cuya tradición fue mantener reinados hasta hoy, estos puedan mantenerse siempre y cuando sus comentarios u opiniones contribuyan a orientar a los pueblos y la sociedad con relación a su principal rol en el mundo y estén predispuestos a demostrar a la humanidad, que aun existiendo reinados, asuman una postura critica sobre los principales fenómenos del mundo moderno que van contra la supervivencia de la humanidad y otras especies como ser el consumismo, la contaminación ambiental, el armamentismo, otros de similar riesgo contra la humanidad, como son la opresión de pueblos y naciones, la explotación de los recursos naturales, constituyéndose de este modo en los primeros activistas por la lucha contra la discriminación, las injusticias, las guerras, la proliferación de armas, la contaminación ambiental, la destrucción de los ecosistemas, otros; ejerciendo desde su influencia simbólica, el rol de firmes representantes y voces de pueblos; postulando la unión mundial de países y naciones oprimidas para lograr la paz, y emitiendo opiniones contra la pobreza a favor de los pobres, como entre muchos roles de transformar las asimetrías en relaciones de equidad y convivencia armónica de la sociedad con la naturaleza, es por ello que creemos que la Monarquía y su rol como un sistema de poder, debe cambiar.
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