Por: Oswaldo Quelali
En el mundo de las finanzas se dice que cuando la marea financiera baja, se sabe quién estaba nadando desnudo. Es decir, que cuando se retiran los abundantes flujos de capital, los problemas macroeconómicos salen a flote. La coyuntura internacional de menor liquidez y bajos precios de los commodities ha descubierto las debilidades de varias economías latinoamericanas, y esto se ha reflejado en la depreciación más o menos generalizada de los tipos de cambio desde mediados de 2014 y el primer semestre del presente año.
La extrema dependencia de los flujos de capital impulsa a las monedas a depreciarse cuando los dólares no llegan o cuando se esfuman. La intensidad de esta depreciación fue heterogénea en la región, que además de factores exógenos responde a factores estructurales de cada economía. Asimismo, las expectativas sobre el tipo de cambio han jugado un rol sustancial. Al igual que la cotización de las acciones de Microsoft baja cuando se difunden noticias pesimistas sobre sus proyectos, los tipos de cambio responden a cualquier información relacionada con la evolución del valor de las divisas en el futuro.