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miércoles, 10 de junio de 2015

La migración y la función del Estado en el exterior

Por: Jorge Lizarraga T.
El presente articulo tiene por objetivo el reconocimiento no solo del deber del cumplimiento de la norma internacional referida a las labores consulares de un Estado en otro, sino también exponer conceptos básicos referidos a la migración sus causas y razones, procurando aterrizar en encontrar sinergias que permitan absolver dudas que cualquier persona tiene acerca del ámbito consular y su vinculación con la migración internacional.

En principio partimos del hecho factico de que las migraciones humanas son un fenómeno tan viejo como la humanidad misma (ver el éxodo bíblico); La gente abandona sus lugares de origen para buscar en otros sitios nuevas oportunidades y mejores estándares de sobrevivencia. Se pueden encontrar múltiples factores motivantes que impulsan a la población a la migración, entre ellos la búsqueda de un mejor empleo, incremento de condiciones de inseguridad del país de origen, tener una mejor educación, mejor atención de las necesidades de seres queridos, prosperidad en un ámbito económico y social entre otras. Muchas veces las razones de estas grandes migraciones es la agravación de los desequilibrios internos y externos, un aumento de la miseria, sobrepoblación, desempleo, etc.

Muchas veces nos preguntamos, quienes tenemos la oportunidad de vivir estas experiencias fuera de nuestros países, ¿Por qué emigra cada vez más gente?, y las respuestas son tantas, como muchas las personas que piensan diferente y discrepan de la opinión de unos con otros, sin embargo, por razonamiento lógico, podríamos decir que la gente sale de sus países, entre muchas otras razones, por que huye de la miseria: del área rural a la ciudad, de los países pobres a la prosperidad del Norte, al igual que huye de las guerras, de las persecuciones políticas, de las cacerías humanas, cualquiera sea su naturaleza (experiencias del día de hoy con el Medio Oriente) países del África subsahariana, países del Asia, y por supuesto países occidentales de Europa y países latinoamericanos, que se trasladan como recordatorio que un día la humanidad se caracterizaba por ser nómadas y no tener fijos o asentados lugares de estadía o residencia, hoy cada día es más visible el número de huidos que aumenta (ya sea en forma de desplazados, refugiados, exiliados, o de inmigrantes “ilegales” en las sociedades más desarrolladas, esto indicando que las condiciones de vida de donde proviene tanta gente hace pensar, que a pesar de encontrarse donde se encuentren y ejerciendo aveces incluso actividades que en sus propios países por vergüenza no lo harían, lo hacen por el hecho de generar ingresos, o mejorar su calidad de vida principalmente.

Es preciso señalar que, cualquier gran cambio existencial que surge producto de estas migraciones, provoca una conmoción subjetiva que cada quien sobrellevará como mejor pueda, no faltando ocasiones en que algunos no podrán procesar todo lo nuevo reaccionando con distintos tipos de descompensaciones (sintomatología psicológica, desadaptación a las nuevas condiciones, duelo perpetuo por lo perdido, etc.), cualquiera de estos fenómenos se traduce como el tipo de “problema para cada migrante”.

Lo interesante para la humanidad en general, es reconocer que las migraciones, a veces, incontrolables pueden generar condiciones precarias, para quienes migran como para quienes son originarios del lugar, también reconocer que sin la mano de obra o trabajo físico de estos migrantes, muchas sociedades y por qué no decir grandes civilizaciones, nunca pudieron haber sido edificados, construido o mantenido; sin embargo, poco a poco, hay países que consideran que las migraciones dejaron de ser un motor beneficioso para las sociedades (caso Reino Unido y su propuesta de policía migratoria el partido conservador) y que por el contrario, en un mundo en el que agigantadamente, en vez de resolverse problemas cruciales, se entroniza la tendencia a dividir entre aquellos que “se salvan” y los que “sobran”, las migraciones son un calvario que, globalmente consideradas, no salvan a nadie sino que empeoran las condiciones de todos.

Para nadie sería extraño reconocer también, en definitiva, la experiencia lo enseña, que la gran mayoría de población movilizada termina integrándose a sus nuevas condiciones de vida, más allá de la amargura o de la añoranza. Lo que está claro es que el fenómeno migratorio, en su conjunto, está denunciando una falla estructural del sistema social que lo produce y del que acoge. Las grandes capitales del Tercer Mundo reciben en conjunto diariamente alrededor de mil personas que migran desde el área rural; y algunos miles llegan cada día ilegalmente desde el Sur a los países desarrollados, reconociendo que donde se mire a la migración, sea interna rural –urbano o externa entre países, no existirá jamás una solución que impida que estos fenómenos no sigan su curso socio natural. 

Sin embargo, la voz de alerta respecto al tema ya se ha dado desde hace algún tiempo en todo el mundo, siendo que por ejemplo como un bloque común, la Unión Europea, mediante el Acuerdo intergubernamental firmado en 1985, crea una zona de libre circulación en Europa, sin controles en su espacio territorial y en los puestos fronterizos aéreos, terrestres y marítimos de los distintos países signatarios y que para mantener la seguridad interna se ha tomado una serie de medidas como la coordinación de los controles de visados y de las fronteras externas de los Estados Miembros, adoptando de esa forma el Acuerdo Schengen incorporado al ámbito de la Unión Europea, bajo el Tratado de Ámsterdam, de 1997; y hoy por hoy existen tendencias de otros estados al margen de la UE, países del bloque asiático y Estados Unidos entre otros, mantienen una política migratoria poco ortodoxa y de evitar altas concentraciones migratorias “irregulares” o asentamientos migratorios ilegales.

Ahora bien, si efectivamente consideramos que las migraciones en condiciones de huida, tal como se van dando constantemente, son un problema (social, humano, ético, económico o como lo queramos considerar), se impone hacer algo al respecto; De hecho, hay varias respuestas en curso; y según el nivel del problema podría ser: a) trabajar con el migrante; b) accionar sobre el punto de donde sale; c) intervenir en el punto de llegada; d) fomentar capacidades y reconocer talento nacional; e) generar mayores expectativas de inversiones en países en desarrollo donde la mano de obra barata garantizaría empleo y seguridad en condiciones humanas, y otras.

Quizás lo más sencillo, pero no por ello lo más efectivo, es actuar en el lugar de llegada de las corrientes migratorias, simplemente cerrando fronteras para impedir los ingresos, sin embargo, esto no es una respuesta al problema sino simplemente una forma de sacárselo de encima. Pedir que no lleguen más inmigrantes a un país es, exclusivamente, preservar la situación de ese país despreocupándose del problema de otros. Pero a veces aun y a pesar de las buenas intenciones de evitar la salida de los connacionales de su país de origen y aun creando políticas de fomento, jamás se podrá escapar o dominar la mente de todos y los deseos a veces personales de cada quien para salir de sus fronteras, migrar y cumplir aun sea un sueño inicial cual sería en principio vivir fuera de su país, sin embargo, para todos aquellos que piensan de esa forma, muchas veces lo que generan es mayor desesperación, preocupación, nostalgia y hasta arrepentimiento.

Hoy en día, Bolivia y a pesar que comparativamente no es un país de grandes migraciones comparadas con otros países del mundo e incluso de América latina, nuestra gente siempre sigue manteniendo su identidad y su identificación con el lugar del que vinieron y viven con tanta o mas intensidad su vida en el exterior, hoy por hoy, en una gran mayoría podría decirse que el boliviano, se siente orgulloso de serlo y siempre resurge la esperanza de que poco a poco la misma vida lo llevara al país que lo vio nacer. Un dato no menos significativo es que en las elecciones presidenciales 2014 y según datos oficinales del TSE 272.058 residentes bolivianos, en 33 países y 69 ciudades del exterior, se inscribieron para emitir su voto por vez primera fuera del territorio nacional, sin embargo; es probable que la cantidad de bolivianos se cuadriplique y más bien seamos mas de un millón de bolivianos fuera de nuestras fronteras, para lo cual es importante reconocer la labor del Estado que ejerce fuera a través de sus consulados; asimismo, hoy a pesar de nuestras escasas potencialidades para brindar un retorno digno a todo aquel que migro años atrás, el Estado boliviano coincidiendo con la llegada de Evo Morales al poder, ha producido un incipiente interés hacia este tipo de iniciativas, “pero al menos el interés es mayor que cualquier otro gobierno anterior”; Algunos de los avances más significativos se han producido a partir de enero de 2009, con la entrada en vigor del «Plan Nacional de Acción de Derechos Humanos, Bolivia Digna para Vivir Bien» 2009-2013 (PNADH), con el que se logra un instrumento político que busca proteger los derechos humanos de las personas inmigrantes y combatir su discriminación y exclusión, desde el cumplimiento de los compromisos asumidos internacionalmente en materia de derechos humanos. En el año 2011 se elabora el «Plan de Retorno y Reintegración Sostenible para migrantes bolivianos y bolivianas, se genera la política de retorno voluntario de las y los bolivianos, con la posibilidad de que internen a Bolivia todas sus pertenencias, según procedimientos y requisitos sin la necesidad del pago de aranceles aduaneros; sin embargo, a pesar de las grandes expectativas que se perfilan sobre estas políticas, el asunto migratorio siempre quedara pendiente de resolver y la pelea será aún mayor si acaso se piensa en combatir o erradicarla, no obstante las posibilidades de mejorar la calidad de vida de los nuestros y dotarles de oportunidades en su retorno es tarea de todos.

Para finalizar, es importantísimo resumir lo que entendemos por aquella institución llamada Consulado, como la representación de la administración pública de un país en el extranjero y como esta institución es, quien debe velar por el respeto de las garantías y derechos plasmados en la convención de Viena sobre relaciones consulares principalmente, protegiendo ante todo y por sobre todo la dignidad del conciudadano en un país receptor.

Las labores de las oficinas consulares en el exterior y las de sus funcionarios, se vinculan con las acciones del Ministerio de Relaciones Exteriores en todo lo que concierne a la defensa y promoción de los intereses del Estado, de sus instituciones y de sus símbolos; a la representación; a la protección de los nacionales y de sus intereses en el exterior; a la imagen del país y a la prestación de servicios consulares, acciones que son componentes de la política exterior del Estado Plurinacional de Bolivia y que además se ven plasmados en la Ley del Servicio Exterior Nro. 465. Es así que, principalmente, es importante señalar que un consulado trabaja sobre todo para sus propios conciudadanos residentes o de tránsito y sus tareas más importantes, conforme la convención de Viena sobre relaciones consulares de 1963, son: a) proteger en el Estado receptor los intereses del Estado que envía y de sus nacionales, sean personas naturales o jurídicas, dentro de los límites permitidos por el derecho internacional; b) fomentar el desarrollo de las relaciones comerciales, económicas, culturales y científicas entre el Estado que envía y el Estado receptor, y promover además las relaciones amistosas entre los mismos, de conformidad con las disposiciones de la presente Convención; c) informarse, por todos los medios lícito, de las condiciones y de la evolución de la vida comercial, económica, cultural y científica del Estado receptor, informar al respecto al gobierno del Estado que envía y proporcionar datos a las personas interesadas; d) extender pasaportes y documentos de viaje a los nacionales del Estado que envía, y visados o documentos adecuados a las personas que deseen viajar a dicho Estado; e) prestar ayuda y asistencia a los nacionales del Estado que envía, sean personas naturales o jurídicas; f) actuar en calidad de notario, en la de funcionario de registro civil, y en funciones similares y ejercitar otras de carácter administrativo, siempre que no se opongan las leyes y reglamentos del Estado receptor; g) representar a los nacionales del Estado que envía o tomar las medidas convenientes para su representación ante los tribunales y otras autoridades del Estado receptor, de conformidad con la práctica y los procedimientos en vigor en este último, a fin de lograr que, de acuerdo con las leyes y reglamentos del mismo, se adopten las medidas provisionales de preservación de los derechos e intereses de esos nacionales, cuando, por estar ausentes o por cualquier otra causa, no puedan defenderlos oportunamente; h) comunicar decisiones judiciales y extrajudiciales y diligenciar comisiones rogatorias de conformidad con los acuerdos internacionales en vigor y, a falta de los mismos, de manera que sea compatible con las leyes y reglamentos del Estado receptor; i) ejercer, de conformidad con las leyes y reglamentos del Estado que envía, los derechos de control o inspección de los buques que tengan la nacionalidad de dicho Estado, y de las aeronaves matriculadas en el mismo y, también, de sus tripulaciones; j) ejercer las demás funciones confiadas por el Estado que envía a la oficina consular, que no estén prohibidas por las leyes y reglamentos del Estado receptor o a las que éste no se oponga, o las que le sean atribuidas por los acuerdos internacionales en vigor, entre el Estado que envía y el receptor.

Las actuaciones consulares y las gestiones que realizan los funcionarios consulares deben de ceñirse estrictamente a las normas constitucionales y a la legislación vigente, tanto en el país como en el Estado receptor. Las actuaciones consulares y las gestiones que cumplen los funcionarios consulares, deberán sustentarse siempre en las normas legales especiales y generales vigentes y en una correcta interpretación de las mismas.

Todas las actuaciones consulares están sujetas al pago de derechos fijados por la tarifa consular, y la gratuidad para algunas actuaciones consulares se otorga de acuerdo con las limitaciones establecidas por el Reglamento y la Tarifa Consular. Asimismo reconocer que cada uno de nuestros consulados debe no solo desarrollar las labores de atención de tramites sino participar activamente junto con nuestra comunidad en el exterior, apoyar sus iniciativas y otros y más que una labor consular realizar una labor de servicio social y acompañamiento a nuestra gente y demuestra el verdadero interés de que el Estado a través de sus instituciones haga sentir su presencia y nuestra comunidad no se sienta abandonada.

En conclusión, referirnos a la importancia de la migración como concepto, como razonamiento, como reflexión y deseo, tanto en el ámbito personal como estatal y en el reconocimiento de las labores de un Estado, donde pueda contar con oficinas consulares de ayuda a nuestra población, fortalecimiento de relaciones de amistad con nuestros pares, y siempre en uniforme sentimiento, decir que tanto la migración como la función consular se vinculan y son propias de una sociedad cada vez más exigente, más proteccionista y preocupada de los suyos, donde quiera que se encuentren, siendo así, lo mas importante es comprender la migración y la función del Estado en el exterior, para que ambas instancias se complementen mutuamente y no corran riesgos de mal trato, discriminación, racismo, desconfianza, temor u otros emergentes.

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