Por: Judith Apaza
Lunes por la mañana, entre la cómoda vivencia del fin de semana y la agitada agenda del primer día hábil.
Lunes por la mañana, entre la cómoda vivencia del fin de semana y la agitada agenda del primer día hábil.
Recoge el abrigo, las llaves, la cartera, el infaltable celular y sale al encuentro de los nuevos desafíos que le depara la fría mañana. Son las 7 a.m. Detiene el primer (y único) minibús a la vista. A dos cuadras de su destino descubre horrorizada que no puede bajar del minibús. Olvidó su dinero.
¿Alguna vez le ha pasado algo similar? ¿Qué hace en este tipo de situaciones desesperantes? ¿Hablar con otros pasajeros? ¿Solicitar la indulgencia del “Maestrito”? ¿Descender raudamente y correr lejos de la furia del motorizado? ¿O utilizar el antiguo mecanismo del trueque dejándole un reloj a cambio? Ella opta por la primera opción.