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lunes, 13 de enero de 2014

El piloto automático desde la lógica neoliberal


Por: Omar R. Velasco Portillo
Recientemente el ministro de Economía y Finanzas Públicas Luis Arce fue entrevistado por un medio de prensa nacional sobre el desempeño económico de 2013 y las bases de ese crecimiento destacable. Inmediatamente afloraron reacciones de analistas y comentadores económicos contrarios al Gobierno, celebrando que por fin el Ministro Arce admitiera que la economía boliviana se mueve por medio de un “piloto automático”. En este artículo deseo enfocarme en este último concepto.

Uno de los primeros en introducir esta nomenclatura a la jerga económica nacional fue Fundación Milenio en su Informe N° 22 del año 2006, como medio para explicar el porqué del crecimiento y la estabilidad económica de ese año conjuntamente a saldos favorables en cuentas externas y fiscales nunca antes vistos, que en la entelequia de sus redactores era resultado de una extremada situación externa favorable y gracias al mantenimiento de la política económica instaurada en el país el año 1985, que reducía la participación del Estado en la economía.

Este adagio posteriormente fue retomado y explotado por muchos otros economistas de similar línea liberal, en un intento de revivir las bondades del libre mercado pero desde una óptica global. Se confeccionaron hipótesis alternativas que justificaron el crecimiento económico con estabilidad de los años posteriores a 2007 proveniente del auge del precio de las materias primas y las inmejorables condiciones externas como motor de la economía.

No obstante, las bases sobre las cuales se construyó esta nomenclatura económica son débiles y poco fundamentadas. Por una parte, el boom de los commodities comenzó años antes de 2006, aspecto que se ve reflejado en los propios Informes Milenio, y sin embargo la economía sólo creció en promedio en 3,7 por ciento entre 2003-2005. Por otro lado, el maná proveniente del exterior en el cual se ancla la hipótesis de crecimiento externo, terminó a mediados de 2011 a partir del cual se observa una caída importante de varios de los principales productos de exportación hacia finales de 2013: Plata (-60 por ciento), Estaño (-32 por ciento), Zinc (-21 por ciento), Plomo (-28 por ciento), Oro (-36 por ciento), Gas Natural (-4 por ciento), Semilla de soja (-4,90 por ciento), Aceite de soja (-27,80 por ciento).

Pese a ello el crecimiento boliviano entre 2011 y 2013 estuvo por encima de 5 por ciento, sustentado en su mayor proporción por la demanda interna que tuvo una incidencia de casi 5 por ciento mientras que las exportaciones netas incidieron marginalmente en 0,08 por ciento. Cabalmente en este periodo, Bolivia aparece como uno de los países de mayor crecimiento de la región. Habría que preguntarse ¿por qué el resto de países que también estuvieron sujetos a las mismas bondades externas no crecieron como Bolivia?

Pero más allá de la importancia que haya tenido el sector externo en el crecimiento, está incrustado en este vocablo post-neoliberal, la visión doctrinal que tienen estos seguidores del mercado, al negar implícita y explícitamente la participación fundamental que ha tenido el Estado en la economía en años recientes y por la cual parecen mantener su fatal y desgastada elucubración de que la economía no requiere de piloto para su conducción.

En un intento por tergiversar las palabras del Ministro de Economía, los detractores del Modelo Económico Social Comunitario Productivo persisten en mantener un romance con el viejo modelo tratando de resucitar al DS 21060, sin haberse percatado que en estos últimos ocho años se ha logrado consolidar los fundamentos del crecimiento económico boliviano, que no obstante, seguirá requiriendo de un conductor que guie la economía, que obviamente no será el mercado.

1 comentario:

  1. Me parece bien enfocado el análisis. Buen artículo mi estimado Tachuela.

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