Por: Pablo Cachaga Herrera
Aventureros en la escritura y aficionados al periscope, hoy unidos todos y al unísono como antes, lanzan como siempre y con fuerza nuevos cuentos del futuro económico de nuestra querida Pachamama, hoy un poco distraídos por el Cartel Family y las zapateadas.
¡Bolivia está en crisis!, se oye en un portal web. Me pregunto: ¿en un mundo paralelo? ¿en sus sueños? o ¿son sus anhelos?, ya que Bolivia en 2015 registró un crecimiento económico del 4,8% del PIB por encima de las estimaciones de la CEPAL (4,4%), FMI (4,1%) y Banco Mundial (4,0%) y, por tercera vez, nuestro país se sitúa como uno de los primeros en crecimiento económico de la región. Como cereza para la torta, con la inflación más baja (2,95% en 2015), ¿Entonces a qué clase de crisis se refieren?….
Recientemente, el Programa Fiscal Financiero (PFF) del MEFP y BCB corrobora el crecimiento del PIB proyectado en el PGE de 5,0% para esta gestión, en un escenario externo claramente adverso. Pero ¿qué hay detrás de esas estimaciones? ¿Como se puede sustentar tales estimaciones, dado que la CEPAL proyecta un crecimiento de 4,5%, el FMI y Banco Mundial de 3,5%? ¿Será que estamos avanzando contra la corriente o simplemente no tenemos los pies sobre la tierra? Bajo estas premisas quisiera realizar algunas consideraciones:
Primero, los economistas lo hacen con modelos; (no es porque seamos exigentes), si no que así lo requiere nuestra ciencia. En tal sentido, cada institución económica nacional o internacional, al realizar proyecciones, toman modelos económicos bajo ciertos supuestos (realistas, pesimistas, optimistas y otros istas más). Es por eso que siempre existe mucha divergencia entre las proyecciones del PIB realizadas por las autoridades económicas nacionales y los organismos internacionales; sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que las estimaciones del PFF tienden a hacer las más certeras. Este hecho se debe al mayor grado de conocimiento y profundidad que los bolivianos tienen sobre la máquina económica.
Segundo, el presente es diferente al pasado. Hace varios años atrás no teníamos margen para endeudarnos porque el saldo de la deuda externa se mantenía por encima del 55% (promedio 1996-2005), hoy el saldo de la deuda externa se sitúa en 17% (promedio 2006-2015). Nos podemos endeudar para invertir pero no para gasto corriente, debemos de incrementar los habilitadores del crecimiento económico, que principalmente son las carreteras (Rurrenabaque-Riberalta, Doble Vía el Sillar, San Ignacio de Moxos y Charagua-Boyuibe, entre muchos otros), ya que son complementarios y potenciales incentivos a la inversión privada.
Entre 2006-2014 se ha invertido 1,7 bolivianos por un boliviano de gasto corriente, (casi el doble), mientras que antes de 2006 se invertía 0,7 bolivianos por un boliviano de gasto corriente. En síntesis: antes el gasto corriente era más alto que el de inversión pública.
Tercero, no existen recetas y ninguna economía es igual a la otra. Muchos analistas recomiendan recortar el gasto fiscal, devaluar la moneda nacional, no endeudarse por arriba del 30% (este último ratio estimado por arte de magia, como cuando un mago saca un conejo del sombrero), no utilizar las Reservas Internacionales Netas para financiar a las EPNE, entre otros. Lo mismo que vienen recomendando desde hace varios años atrás. No es que se desmerezca su esforzada labor por contribuir al país, lo que pasa es que mientras menos se hace caso a las recomendaciones realizadas por los "analistas económicos”, mejor le va a la economía; es decir, existe una correlación negativa, ¿por qué? ¿qué pasa? ¿qué está mal? La respuesta es sencilla: "son otros tiempos” y "partimos de otra base”, debemos ser más pragmáticos y utilizar sutilmente todas las herramientas con las cuales hoy cuenta la economía nacional.
Este humilde escribidor se retira, resaltando en el papel que existe en Bolivia es margen para aplicar una política fiscal expansiva, una política monetaria expansiva, mantener un tipo de cambio nominal, aumentar el nivel de endeudamiento externo, hacer uso del alto nivel de las Reservas Internacionales Netas, porque hoy tenemos la suficiente musculatura económica para amortiguar la tormenta económica externa y pensar en un crecimiento en torno al 5,0%. No es descabellado, ya que esta propuesta, más bien, estaría acorde con los fundamentales del crecimiento económico, donde la principal variable de la demanda agregada es la inversión pública.
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