Por: Jaime Durán Chuquimia (*)
No es un secreto que el mundo está al borde de una depresión económica. Las respuestas frente a la crisis en los países “desarrollados” lucen insuficientes no sólo porque el arsenal teórico está agotado (el intervencionismo keynesiano no parece aconsejable ante colosales niveles de deuda) sino porque la oportunidad de su implementación ha sido errada. En economía se manejan las cosas con al menos dos años de anticipación, pues los efectos de los ajustes tardan en presentarse.
Bolivia cambió radicalmente su orientación económica desde 2006. Al implantar su modelo económico social comunitario productivo, logró que los excedentes generados por la explotación de recursos naturales generen una potente dinamización del mercado interno, que ha permitido que el país pase de un producto per cápita de $us 1.010 en 2005, a $us 2.238 en 2011. También se ha logrado que las finanzas públicas presenten una sostenibilidad de largo plazo robusta, como bien ha ponderado recientemente la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Bolivia cambió radicalmente su orientación económica desde 2006. Al implantar su modelo económico social comunitario productivo, logró que los excedentes generados por la explotación de recursos naturales generen una potente dinamización del mercado interno, que ha permitido que el país pase de un producto per cápita de $us 1.010 en 2005, a $us 2.238 en 2011. También se ha logrado que las finanzas públicas presenten una sostenibilidad de largo plazo robusta, como bien ha ponderado recientemente la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).