Por: Donald M. Mamani Flores
Referirse a la banca en general, es hablar de un laberinto de asimetrías de información. No obstante, en estas cuantas líneas se intentará mostrar algunos puntos en contraste con opiniones difundidas sobre este tema en días pasados en los que se identifican aspectos que no pasan desapercibidos, como: la crisis financiera, confianza y transparencia, subsistencia de la banca, bolivianización artificial y tributos adicionales a la banca.
Pasaron más de ocho años desde la quiebra del Banco Lehman Brothers, la que desató una hecatombe económica global, produciendo la mayor crisis financiera de los últimos tiempos. Esta crisis reveló el lado oscuro del laissez faire - laissez passer, provocando efectos nocivos para la economía mundial por la falta de regulación y control de las libertades del mercado financiero. En este escenario, los acuerdos de Basilea I y II resultaron ser un fracaso para establecer mecanismos financieros macroprudenciales, siendo el Basilea III la esperanza para mejorar el control de las instituciones financieras, a fin de desarrollar un sistema financiero más estable en el largo plazo, a pesar de un siguiente Basilea IV.
En el caso boliviano, la aplicación de la nueva política financiera establecida en la Ley 393 permite generar un escenario de estabilidad y crecimiento del sector financiero, con un dinamismo favorable en términos de su cartera y depósitos en moneda nacional, disminución de la mora e incrementos de la rentabilidad y del grado de capitalización.
Todos estos elementos muestran un sistema financiero sólido, solvente y confiable para los banqueros y la población, según informes de la ASFI y el BCB. Asimismo, con la exclusión del Estado boliviano de la lista gris del GAFI en julio de 2013, se advierte la transparencia con la que se lucha contra el lavado de dinero y el financiamiento al terrorismo.
En cuanto a la (economía de) subsistencia de la banca, hay que tener presente que la fuente principal de las ganancias de este sector proviene del spread bancario, es decir, la diferencia entre la tasa de interés activa y pasiva. Como referencia, a fines de diciembre de 2016, la tasa activa para créditos de consumo alcanzó en promedio el 17% y para depósitos en caja de ahorro 0,72%, mientras que para DPF (360 días) fue de 1,58%, sin considerar que también existe una brecha amplia de 12 puntos del tipo de cambio para la compra-venta de dólares, así como el cobro de diferentes comisiones por servicios, que junto a otros ingresos permitió que la banca múltiple y pyme genere ganancias de USD 299,2 millones, monto superior en 15,3% respecto a 2015.
En relación a la bolivianización artificial, hay que aclarar que la bolivianización deber ser entendida como la recuperación de la soberanía monetaria por el uso del boliviano y el desplazamiento del dólar en las operaciones domésticas, el mismo que permite hacer efectivo el uso instrumental de la política monetaria. Visto de esta manera, el proceso de bolivianización no puede ser atribuido exclusivamente a una medida fiscal, como es el Impuesto a la Venta de Moneda Extranjera, puesto que la bolivianización per se es una parte fundamental de la política monetaria.
Por ejemplo, en el año 2000, el 3% de los créditos era otorgado en bolivianos, mientras que los depósitos tan sólo en 5%. Luego de 16 años el panorama es otro, pues los créditos en moneda nacional llegaron a 96% y los depósitos a 84%. Entonces, la bolivianización no es producto artificial, sino resultado de la combinación de medidas monetarias y fiscales, que permitió recuperar la confianza en nuestra moneda como unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor.
En cuanto a los tributos adicionales a la Banca, referidos al 6% del aporte al fondo de garantía, éste no puede ser considerado como un tributo, pues es una obligación en dinero impuesta para obtener recursos a favor del Estado. En contraste, el fondo de garantía es una previsión en favor de todo el sistema financiero, para el cumplimiento de una función social que dinamiza los créditos, y cuyos intereses no son nada despreciables.
Finalmente, en línea con el nobel de Economía, Michael Spence, ante la existencia permanente de asimetrías de información en los mercados financieros, una buena regulación es la mejor defensa.
http://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20170225/columna/banca-su-laberinto#sthash.cIzZfepI.xiqq
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