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martes, 16 de junio de 2015

Economía positiva en un contexto negativo

Por: Omar A. Yujra Santos
Días atrás organismos internacionales pronosticaron que el crecimiento de América Latina y el Caribe (ALC) para esta gestión disminuirá por quinto año consecutivo. El pronóstico señala que el crecimiento estaría por debajo del 1% en esta gestión, debido al descenso de los precios de las materias primas.

Otros organismos señalan que el panorama fiscal para la región recuerda la parábola de José, aquel personaje bíblico que interpretó un sueño del faraón egipcio, en el que siete vacas flacas devoran a siete vacas gordas, anticipando un periodo de abundancia y otro de hambruna. En otras palabras, el contexto internacional, al parecer, no favorece a los países latinoamericanos. Sin embargo, resulta interesante observar en los mismos documentos el análisis de la economía boliviana, además de ver el comportamiento de algunas variables económicas recientes.

Se proyecta un crecimiento del 0,9% para América Latina, menor al 1,4% observado en la pasada gestión. Economías como Argentina, Brasil y Venezuela tendrán un crecimiento negativo (por debajo de cero); en tanto se estima que el PIB de Chile crecerá 2,7%, el de Colombia 3,4% y el de Perú 3,8%. En cambio, al margen del contexto internacional, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la tasa de crecimiento de la economía de Bolivia estará en torno al 4,3%, alrededor del 4,5% de acuerdo con el Banco Mundial y 5,5% según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el primer cuatrimestre de la gestión, según fuentes oficiales, la economía nacional continuó creciendo en torno al 5%.

Es evidente que la caída de los precios de las materias primas, aunque no es nada nuevo, ha afectado la actividad económica de muchas economías de la región, pero no así la estabilidad económica nacional, como vaticinaban algunas opiniones elucubradas ¿Por qué? Esto se debe a la aplicación de políticas económicas orientadas a fortalecer la demanda interna y a disminuir la pobreza, las cuales van en contracorriente de lo que están haciendo los países de la región.

Mientras muchos países devaluaron sus monedas, lo cual trajo consigo problemas inflacionarios en sus mercados internos casi en la misma medida, en Bolivia el tipo de cambio continúa estable. Aun cuando los precios de los minerales y del petróleo cayeron, los volúmenes de los principales productos de exportación del país continuaron creciendo.

En el contexto interno se evidencia que la construcción sigue boyante, puesto que la producción de cemento continúa creciendo, y el valor de las ventas y el consumo de bienes y servicios en los diferentes sectores también mantienen una tendencia ascendente, lo que repercute positivamente en la recaudación de impuestos, así como en la inversión pública; la cual, por cierto, tiene la mayor participación en el Producto Interno Bruto (PIB) en la región.

Esto significa que Bolivia, muy a pesar de los pronósticos pesimistas, esta gestión volverá a ser la economía con mayor crecimiento de la región, puesto que lleva adelante políticas que muestran resultados positivos en contracorriente de las tradicionales políticas conservadoras.

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