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miércoles, 28 de enero de 2015

La destrucción creativa

Por: Donald Marin Mamani Flores
A raíz de la caída del precio del petróleo, muchos analistas, políticos, organismos internacionales y la sociedad manifestaron su preocupación. Llama la atención el enfoque altamente negativo con el que se maneja esta temática. Se afirma que el Estado podría verse totalmente afectado por una disminución de los recursos provenientes de los hidrocarburos.

Este hecho genera incertidumbre, puesto que en estas circunstancias pronosticar el comportamiento del precio del petróleo no responde a cálculos de una ciencia exacta, sino (me atrevo a decir) a los designios del oráculo, que además de la oferta y demanda considera el juego de otro tipo de intereses. A pesar de los pronósticos del Banco Mundial, que señala que el precio del petróleo podría mantenerse bajo durante este año y apenas en 2016 se produciría una recuperación marginal; así como que el Fondo Monetario Internacional considera que existen fuertes factores para que el precio del petróleo tienda a la baja, no será posible atravesar un holocausto económico en el país. Para ello, veamos el comportamiento de las recaudaciones tributarias en términos reales.

Con base en publicaciones del Ministerio de Economía, se puede obtener algunos datos que muestran que entre 2004 y 2013, el crecimiento real de las recaudaciones (sin incluir el IDH ha tenido un crecimiento promedio de 9,3%, porcentaje que duplica la tasa promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto real, 4.9%.

Así, por ejemplo, el dinamismo del motor interno de la economía se ve reflejado en un número creciente de empresas constituidas y activas, que en 2006 eran 23.081, mientras que a noviembre de 2014, pasaron a 141.481, es decir, seis veces más. Estos datos denotan que el desarrollo de la actividad interna se convierte en un pilar fundamental de la economía nacional, más allá de la explotación de los recursos naturales.

En este escenario, considero oportuno retrotraer a un economista que estudió el comportamiento del ciclo económico, me refiero a Joseph Alois Schumpeter. De manera sintética, rescato de su análisis que las crisis económicas no son malas para el sistema capitalista; sino, benéficas.

Visto de esa manera, un período de crisis es la oportunidad para analizar y repensar en nuevas formas de producción a fin de contrarrestar sus efectos. Según Schumpeter, esto es posible por medio de una “destrucción creativa” realizada por empresarios emprendedores quienes por medio de la innovación (tecnológica) desplazan a las viejas tecnologías.

Entonces, si realizamos una abstracción positiva del enfoque schumpeteriano, la destrucción creadora no sólo debería permitir apuntar a realizar un cambio tecnológico en el proceso productivo, sino que además debe ser pretexto para constituir otras fuentes de generación de recursos para entes públicos y/o privados.

Ante la zozobra que pareciera presentarse, se esperaría que los empresarios innovadores así como el Estado generen opciones creativas orientadas a impulsar una mayor diversificación productiva interna, que coadyuvará a que el país no se muera ante la falta de ingresos por explotación de recursos naturales, como sucedió en los 80.

Finalmente, para levantar ánimos y guardar esperanzas, mal no haría escuchar una canción escrita por Fito Páez que en su letra versa: ¿Quién dijo que todo está perdido?
 

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