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viernes, 20 de abril de 2012

La COB y los incrementos salariales


Por: Marcelo Ticona Gonzales (*)
Históricamente la Central Obrera Boliviana (COB) y sus representantes han sido actores principales en etapas de transformación de nuestro país. No se podría explicar la revolución nacional de mediados del siglo XX sin la participación vanguardista de mineros y fabriles. El aporte del proletariado fue ideológico, con una nueva concepción de Estado y derechos laborales.

En nuestro siglo la visión de estos actores ha evolucionado. Intereses pragmáticos y de corto plazo priman en la agenda laboral. Muestra de ello es el primer punto del pliego petitorio de la COB para 2012 que refiere un incremento salarial y un salario mínimo nacional de 8.309,50 bolivianos. Puesto que el promedio salarial es inferior al mínimo solicitado, se plantea un incremento de hasta 918%.
Los mayores colectivos de sectores asalariados representados en la central obrera son el magisterio urbano y rural, trabajadores en salud, mineros estatales y privados, y fabriles. De estos grandes grupos, aquellos que tienen relación obrero-patronal con el Estado y cuyos salarios son pagados con recursos públicos son magisterio, salud pública y minería estatal.

Resultaría comprensible entonces la insistente necesidad en negociar incrementos salariales exclusivamente con el Gobierno, dado que el mayor empleador del país es este último y a la vez asume la representación de los intereses del Estado (que por cierto no son únicamente el pago de salarios).

Las remuneraciones de estos sectores públicos representados sindicalmente no se financian sino de las contribuciones impositivas de bolivianos y bolivianas que en su mayoría no tienen un vínculo laboral con el Estado y, con mayor probabilidad, no tendrán un incremento directo en sus ingresos informales.

Si se agregan los sectores con vínculo estatal que aglutina la COB, fácilmente suman 200 mil trabajadores de los 600 mil que regularmente gozan de empleo estable, beneficios laborales y sociales y, en consecuencia, tienen la posibilidad de un incremento salarial. Pero en Bolivia la Población Económicamente Activa supera los cuatro millones de habitantes/contribuyentes. Entonces, 15 de cada 100 trabajadores tienen la expectativa de recibir un incremento salarial en virtud de un empleo formal. Cinco de ellos dependen del Estado, tienen representación sindical -por tanto voz en la negociación salarial- y ven asegurado un incremento salarial anual (superior a la tasa de inflación en los últimos años).

En contraste, la carga de financiar estos incrementos salariales públicos recae sobre todos los agentes económicos: contribuyentes que son personas jurídicas y naturales, como los 85 de cada 100 trabajadores que no tienen un empleo formal.

Con una crisis de discusión ideológica, visión de país y desarrollo integral, que otrora asumía y lideraba la COB, la posta en la vanguardia de cambios estructurales la han tomado otros sectores, entre ellos el campesino e indígena, que a propósito no se beneficia directamente de incrementos salariales, pero si contribuye, en mayor o menor grado a financiarlos. Es hora de establecer una agenda nacional para discutir estas políticas, no solamente incrementar salario a quien tiene empleo formal, sino incrementar el empleo formal a quien no tiene salario.
(*)  Es Ingeniero Comercial
Publicado en Pagina Siete el 20/04/2012

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