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jueves, 5 de enero de 2012

Una Turbina llamada Demanda Interna

Por: Marcelo Montenegro
Van y vienen las interpretaciones para explicar el 5% de tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto real en el año 2011, aquí sostengo que el componente fundamental y motor del crecimiento del año pasado es la demanda interna, demanda que incidió aproximadamente con un 4,3% versus la demanda externa con apenas un 0,7%, la otra explicación defendida por mi colega Alberto Bonadona señala todo lo contrario, sus datos atribuyen un 80% del vigor de este crecimiento a la demanda externa.

Bonadona ironiza su argumentación señalando que no se puede entender el crecimiento del PIB del 2011 sin tomar en cuenta las cifras record del valor de las exportaciones del país, resultado del momento excepcional que Bolivia atraviesa en materia de precios de materias primas internacionales, efectivamente el valor de las exportaciones en 2011 es todo un record, más de 9.000 millones de USD, pero debido fundamentalmente a un importante crecimiento de precios de materias primas y a un modesto incremento de volumen exportado.


Inferir que el crecimiento del PIB real 2011 este significativamente influido por el valor nominal de las exportaciones es un error, lo único que cuenta al final de la tarde en su cálculo es la incidencia del volumen o quantum exportado valorado a precios constantes de un año base como 1990 para Bolivia. La argumentación de Bonadona sería acertada si la incidencia del volumen exportado valorado a precios constantes superase la incidencia de la demanda interna, es decir del consumo real tanto de hogares como del gobierno y la inversión bruta real tanto privada como pública.

Es innegable que el PIB real de 2011 estuvo liderado por la demanda interna, expresado en el excepcional incremento del consumo de los servicios de agua, gas y energía por parte de los hogares en aproximadamente  8%, o mencionar la vigorosa inversión privada expresada en el boom de la construcción, sin olvidar el aporte extraordinario de la inversión pública y el buen momento por el que atraviesa el sector financiero del país, ¿no es acaso todo lo mencionado demanda interna?, claro que sí! y hoy se constituye en la segunda turbina de empuje del crecimiento sostenido de estos últimos seis años, turbina que es complementaria y en ningún caso sustituta de la otra que es la demanda externa.

Cuando Bonadona señala que el valor de las exportaciones significan aproximadamente un 41% del PIB, se refiere a la participación en el PIB nominal, pero si vemos la participación del valor de las exportaciones en términos de volumen en relación al PIB real vemos que únicamente alcanza un 30%, un 11% menos de lo que realmente significa; si a ello le restamos la participación del valor de las importaciones obtenemos que la importancia de la demanda externa neta es prácticamente nula en términos reales.

Mi argumentación confirma que descontando el efecto precio de materias primas internacionales, la demanda externa neta real no juega ningún rol en nuestro crecimiento, un simple cálculo de las incidencias en el crecimiento del 5% del PIB real para 2011 es suficiente, la demanda interna incide en un 6,9% y la demanda externa neta (exportaciones menos importaciones) incide negativamente con 1,9; por donde se explore el tema, la incidencia de la demanda real por exportaciones al crecimiento del PIB en el año 2011 es insignificante en el desempeño de la economía.

No cabe duda que la década de los años 90 caracterizada por el lema “exportar o morir” y donde el paradigma de desarrollo “por goteo” o “trickle down” las exportaciones jugaron el rol de principal motor de la economía, hoy la demanda interna se erige como una renovada turbina que auxilia a la demanda externa cuando declina, lo demostró el año 2009 surgiendo a flote cuando precios de materias primas y volúmenes exportados caían estrepitosamente; fue la demanda interna la que permitió a Bolivia crecer a 3.4% la más alta de toda América Latina, cuando el mundo experimentaba la recesión más profunda desde la gran depresión de los años 30 del siglo pasado. 

(*) Economista 
El Nacional 06/01/2012, El País 09/01/2012 y El Deber 11/01/2012, Los Tiempos 07/01/2012, Publicado en Página Siete el 05/01/2012.

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